Que la calificadora de deuda Moody’s nos rebajara la perspectiva de estable a negativa no fue ninguna sorpresa. Ya son siete años de tener un déficit fiscal por encima del 3% del PIB, y vamos camino al octavo año.
Por eso Moody’s critica fuertemente “la falta de acuerdos políticos para reducir el déficit”, que podría llevar la deuda del Gobierno a un nivel tal que, eventualmente, no pueda cumplir con los pagos.
La situación fiscal no ha llegado aún al caos porque Costa Rica ha tenido la suerte de que en estos siete años las condiciones internacionales han tapado los efectos negativos de una deuda creciente.
Las bajas tasas de interés y el flujo positivo de capital financiero hacia países emergentes (como el nuestro) le ha permitido al sector público, y al privado, tener una buena disponibilidad de recursos baratos. Más recientemente, la baja en los precios de materias primas, particularmente del petróleo, nos ha dado otro gran respiro.
Pero nada de esto viene gratis. Los dólares generados por esos factores han apreciado el colón. De ahí, en parte, que nos hayamos convertido en un país “caro”. Además, la manera como el Banco Central ha intervenido para evitar una mayor apreciación del colón, ha resultado en un tipo de cambio sumamente estable.
La combinación de tasas de interés para préstamos en dólares más bajas que las de colones, y una expectativa de devaluación casi nula, genera un gran premio por endeudarse en dólares. La gente piensa que existe poco riesgo al contraer compromisos en esta moneda, y de ahí que los créditos estén sumamente dolarizados en el país.
Moody’s también advierte sobre el alto riesgo de que el sistema financiero nacional caiga en una crisis profunda, si de repente cambian los vientos que han favorecido al país en los últimos años.
La subida de tasas de interés en Estados Unidos hace prever que los capitales ya no fluirán tan fácilmente hacia países emergentes. Además, los bajos precios de materias primas han puesto nerviosos a los inversionistas sobre la situación de dichos países, donde nos incluyen a nosotros. Si a esto le sumamos la falta de solución a nuestro problema fiscal, más nerviosos se ponen los inversionistas.
En el escenario de una fuerte salida de capitales financieros, el país perdería la válvula de alivio que ha permitido financiar los desequilibrios internos, y por lo tanto la estabilidad.
Entre más tardemos en tomar las acciones correctivas para el problema fiscal, más duro será el golpe que nos llevaremos.
Luis Mesalles obtuvo su doctorado y maestría de Economía en The Ohio State University y su bachillerato en Economía en la Universidad de Costa Rica. Actualmente, es socio consultor de Ecoanálisis y gerente de La Yema Dorada. Participa en varias juntas directivas. Anteriormente, fue vicepresidente de la Junta Directiva del Banco Central de Costa Rica, presidente de Academia de Centroamérica, profesor en la Universidad de Costa Rica y en la Universidad Stvdium Generale.