Intentaremos probar que un Colón venido a menos merece ser revaluado. De esta histórica figura se dice que fue un gran fracaso. Se afirma que proyectó un viaje entre el puerto de Palos y algún puerto de China, pero acabó en una isla del Caribe más desorientado que un turista birmano en el Ártico, que pegó en la lotería un nuevo continente y a este le dieron el nombre de otro italiano y que, a pesar de haber iniciado la mayor difusión geográfica del cristianismo de todos los tiempos, el Vaticano le sigue negando el privilegio de la beatificación.
Incluso, en una tasca madrileña, se contaba que un influyente director de Iberia quería ocultar bajo siete llaves la propuesta de bautizar tres aeronaves de esa empresa con los nombres de La Pinta, La Niña y La Santa María. “Hostias, si yo tuviese un boleto para China, y en Barajas quisieran subirme a una de ellas, ni Dios en persona me haría abordar, pues no me apetece ir a broncearme en las Antillas”, habría dicho.
Según pruebas científicas irrefutables, los primeros seres humanos que llegaron al “nuevo mundo” –no hay más remedio que seguir llamándolo América– eran miembros de una tribu siberiana cuyo nombre no nos debe perturbar por ahora.
Dicho de otro modo, los verdaderos descubridores de América fueron asiáticos –nada de vikingos, españoles o polinesios– y, por lo tanto, cuando Cristóbal Colón desembarcó ahí por donde asoman las Bahamas, en realidad estaba cumpliendo, por accidente, la meta que se había propuesto y había proclamado a los cuatro vientos: llegar a Asia por la puerta trasera, parecido al cantonés que llega a Limón y se da por incorporado a la civilización occidental.
Debe cambiarse, pues, la historia oficial. El supuesto nuevo mundo, no importa cómo lo apoden los europeos, es en sentido técnico parte de Asia (también Europa es una especie de megapenínsula asiática), de modo que, si algo descubrió Colón, fue solo la ruindad de una reina que, para tener muchos likes entre los creyentes, se hacía llamar la Católica.
Pero he aquí lo innegable: como es muy probable que los vikingos creyeran no haber salido nunca de Escandinavia y consideraran que los naturales de Groenlandia eran los mismos samis, o lapones, que siempre habitaron el norte de Suecia y Noruega, Colón fue el primer navegante que dirigió deliberadamente un exitoso viaje de Europa a Asia enrumbándose de este a oeste. Entonces, parece justo que al tal Colón no se le difame más y, más bien, se le revalúe mediante una colorida beatificación.
Fernando Durán es doctor en Química por la Universidad de Lovaina. Realizó otros estudios en Holanda en la Universidad de Lovaina, Bélgica y Harvard. En Costa Rica se dedicó a trabajar en la política académica y llegó a ocupar el cargo de rector de la UCR en 1981.