Columnistas

Prevención

EscucharEscuchar

El próximo 22 de febrero se conmemorará el septuagésimoquinto aniversario de la muerte de Stefan Zweig, un gigante de la literatura del siglo XX. Zweig se suicidó en Brasil, donde buscó refugio para escapar de un nazismo que lo había convertido, primero en exiliado y luego, con la anexión de Austria, en alemán. No es este el lugar adecuado para hacer un comentario general sobre su obra literaria, pero sí lo es para dar fe de que los lectores de mi generación le seguimos guardando un respeto y una admiración que deberían resurgir ahora, cuando sus ineficaces –por lo tardías– advertencias sobre el advenimiento de la barbarie, publicadas cuando ya la II Guerra Mundial se había desatado, adquieren una alucinante actualidad.








En beneficio de la transparencia y para evitar distorsiones del debate público por medios informáticos o aprovechando el anonimato, la sección de comentarios está reservada para nuestros suscriptores para comentar sobre el contenido de los artículos, no sobre los autores. El nombre completo y número de cédula del suscriptor aparecerá automáticamente con el comentario.