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Poesía y guerra

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Cuando, refiriéndose a la victoria de 1945 sobre los nazis, Vladimir Putin dijo que “no hubo ni habrá fuerza que pueda con nuestro pueblo”, quizá pensaba en el poema El lobo en la perrera, de Iván Krylov (en español, en Olga de Wolkonsky, Historia y evolución de la poesía rusa, Argentina, 1943). En ese texto, un lobo busca meterse en el redil de las ovejas y entra por error en la perrera. Tras un jaleo de órdago, la fiera se ve perdida e intenta negociar con los canes jurándoles que, en adelante, respetará a las ovejas y ayudará a cuidarlas; pero en el acto aparece un cazador que, antes de soltarle los perros encima, le increpa: “Oye, tú eres gris, mas yo, mi amor, canoso./ Y como yo las costumbres del lobo conozco/ me he acostumbrado/ a nunca hacer la paz con un malvado/ antes de haberlo destrozado”. El lobo es, por supuesto, Napoleón Bonaparte, y la fábula, publicada en 1812, será válida para cualquier depredador que intente invadir el redil ruso. Hitler, sin duda, nunca leyó a Krylov.








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