Las finanzas del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) y de sus subsidiarias están en rojo. La noticia no sorprende, pero preocupa.
Es el colmo que los costarricenses, que se supone somos los “dueños” de estas instituciones, nos enteremos de la pésima situación en que están casi por pura casualidad.
Bajo el supuesto de ser “estratégica”, la Ley de Fortalecimiento y Modernización de las Entidades Públicas del Sector Telecomunicaciones prohíbe la divulgación de información financiera del ICE y sus subsidiarias. De ahí que los estados financieros del ICE los conocimos porque el diputado Jorge Arguedas los obtuvo, de forma “confidencial”, por medio de sus contactos internos.
La crítica situación de Racsa fue revelada por la contralora, Marta Acosta, en comparecencia, a puerta cerrada, ante un grupo de diputados.
Que estas instituciones estén tan mal financieramente, no sorprende. Cuando tenían el monopolio de las telecomunicaciones, todas sus ineficiencias eran trasladadas a los consumidores, por la vía de precios altos y mal servicio.
Cuando entra la competencia, son los consumidores, a través del mercado, los que definen la relación precio-calidad que los suplidores de servicios deben cumplir. Si alguno de ellos no es capaz de dar la calidad requerida, al costo que lo hace la competencia, empieza a perder participación de mercado y sus finanzas se deterioran.
Eso fue precisamente lo que le sucedió tanto al ICE como a Racsa. La primera perdió más de medio millón de clientes de telefonía móvil y la segunda es tan obsoleta, que hoy prácticamente no tiene clientes.
Lo preocupante es que el ICE le ha inyectado $30 millones a Racsa, sin que sea suficiente. ¿Valdrá la pena seguir invirtiendo dinero en Racsa? Es una institución que no brinda ningún bien público, ni tampoco es estratégica.
De querer seguir capitalizándola, ¿de dónde saldrán los fondos? ¿Del ICE? ¡Pero si también tiene pérdidas millonarias! ¿Aumentarán las tarifas eléctricas para compensar o tendremos que capitalizar los costarricenses al ICE, por la vía de más impuestos?
Sugiero, más bien, otra idea. Separar al ICE en dos empresas: una a cargo de telecomunicaciones y otra de electricidad. De ahí se podría abrir parte del capital de esa nueva empresa de telecomunicaciones para que todo costarricense que crea en ella, de forma voluntaria, compre acciones y la capitalice. Alternativamente, la empresa también podría venderse y con lo obtenido financiar carreteras y escuelas tan necesarias.
(*) Luis Mesalles obtuvo su doctorado y maestría de Economía en The Ohio State University y su bachillerato en Economía en la Universidad de Costa Rica. Actualmente, es socio-consultor de Ecoanálisis y gerente de La Yema Dorada. Participa en varias juntas directivas. Anteriormente, fue vicepresidente de la Junta Directiva del Banco Central de Costa Rica, presidente de Academia de Centroamérica, profesor en la Universidad de Costa Rica y en la Universidad Stvdium Generale.