El fenómeno de las presas, además de afectar diariamente nuestra calidad de vida, opera como detonante para un aumento desproporcionado de motocicletas, cuyas consecuencias amenazan con convertirse en un problema de salud nacional.
Según datos de un estudio publicitado el año pasado, entre el 2003 y el 2014, el número de motocicletas creció un 166%, suma desorbitante comparada con el crecimiento de otros automotores. En este año, cifras recién reveladas indican que diariamente se suman a las calles 215 motocicletas.
Motos a bajos precios y mayor acceso al crédito hacen posible que cada día lleguen a las carreteras más unidades. El problema no está ahí, por el contrario, es positivo para la economía y para la generación de empleos.
El problema radica en la pésima educación vial y en una serie de malas prácticas que aquejan a estos usuarios: alteración de las motos, transitar sin placas, falta de casco o mal uso de este, transporte de menores de cinco años, alcohol, etc. Además, de las 217.856 registradas, tan solo el 51,7% cuenta con revisión técnica vehicular.
Como resultado, de las 326 muertes ocurridas en nuestras vías durante los primeros nueve meses de este año, 150 fueron de motociclistas, lo que representa un altísimo 46%, y esto sin mencionar los miles de atendidos en el Hospital del Trauma, con lesiones de importancia, dada la natural desprotección del medio de transporte, en el que la persona es prácticamente parte de la carrocería.
Existe además otro estímulo a la proliferación de motos, y es el sistema de cálculo del aseguramiento, como lo mencioné en mi columna en diciembre anterior. Si bien se eliminó la póliza más barata (3,5 millones), lo cual aplaudí, el seguro obligatorio (SOA) pudiera no estar cubriendo el nivel de riesgo, lo que subvencionamos los contribuyentes cuando el costo del paciente se traslada a la CCSS.
Para evitar más muertes y lesiones, que al final de cuentas debe ser el objetivo final para el país, debemos invertir más en prevención y elevar los niveles y cobertura de la educación vial, diferenciando el enfoque entre la población rural y urbana.
Aplaudimos que otros cuerpos policiales puedan asumir labores de tránsito, como las municipales, pero hay que brindar mejores herramientas, especialmente tecnológicas, para que los oficiales puedan identificar a aquellos automotores sin los permisos en regla. ¡Evitemos más muertes en carreteras!