Columnistas

‘Jurassic Politics’

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En una sociedad alfabetizada, todos somos escuchas y lectores. Lo que escuchamos tiene –por un momento, dejemos de lado las grabaciones– la desventaja de lo fugaz, que vuela y se pierde. Por el contrario, a lo escrito se le atribuye permanencia, desde la efímera de un diario hasta la milenaria de una inscripción esculpida en una tumba egipcia. No es vana la locución latina “ Verba volant, scripta manent ”. Además, lo escrito permite la reflexión reposada que llamamos “leer entre líneas”, de la que pocas veces sacamos provecho. (De otro modo, ningún político se atrevería a escribir lo que cree que piensa, pues vería en cada lector un ominoso psiquiatra amateur ). Se podría argumentar, con razón, que en nuestro país algunos políticos deberían declararse mudos, aun cuando les agrade rodearse de periodistas que tomen notas sobre lo que dicen. O lo graben. Los que menos perderían quedándose callados son aquellos para quienes lo más cercano a la inmortalidad es la toma incesante de selfies .








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