La aprobación del Programa Macroeconómico del Banco Central para el 2016- 2017 se hizo sin que la Junta Directiva del Banco Central estuviera completa. Además, fue a principios de este mes, cuando lo usual es presentarlo poco antes del 31 de enero, que es el último día que la ley le confiere al Banco para hacerlo. ¿Por qué tanta prisa?
Es bueno recordar que el Banco Central está regido por una junta de siete miembros. Dos de ellos son nombrados directamente por el Poder Ejecutivo: el presidente del Banco y el ministro de Hacienda. Los otros cinco directivos también son elegidos por el Ejecutivo, pero deben ser ratificados por el Congreso. Se nombra un director cada dieciocho meses, por periodos de siete años y medio.
Dicho arreglo institucional busca que el ente emisor tenga independencia técnica en cuanto a sus decisiones. Esto es deseable, ya que la interferencia política de los gobiernos en los Bancos Centrales suele terminar en crisis de alta inestabilidad financiera.
En la práctica, para lograr el mayor grado de independencia, entre otras situaciones, es necesario que exista el espacio suficiente para la discusión de la política económica que dictará el Banco. A mayor riqueza de debate en el seno de la Junta Directiva, más difícil le será a la administración de turno dictar políticas que desvíen al Banco Central de sus objetivos. Entre más débil sea la presencia de los directores externos, menor será la independencia técnica que tendrá el BCCR.
Por eso extraña que el Central haya decidido apurarse tanto para aprobar el Programa Macro. No dio oportunidad a que la Asamblea Legislativa ratificara alguna de las tres candidatas a directora, para así completar el cuórum de ley.
Pero, a decir verdad, yo no culpo al Banco Central. Este problema de falta de cuórum no es nuevo, ni es algo que la misma institución se haya inventado ahora para evitar la discusión de la política económica en su seno.
La Asamblea lleva más de tres años sin haber ratificado al menos uno de los tres directores que hacen falta. Esto a pesar de que, tanto este gobierno como el anterior, han presentado profesionales con sobrada capacidad para ser miembro de la Junta del Banco, incluidas las tres candidatas actuales.
La independencia del Banco Central es un principio fundamental que debe prevalecer, si se quiere conservar la estabilidad financiera del país.
No se vale que por politiquería, descuido, desatención, o qué se yo, la Asamblea Legislativa ponga en peligro dicha independencia.
Luis Mesalles obtuvo su doctorado y maestría de Economía en The Ohio State University y su bachillerato en Economía en la Universidad de Costa Rica. Actualmente, es socio consultor de Ecoanálisis y gerente de La Yema Dorada. Participa en varias juntas directivas. Anteriormente, fue vicepresidente de la Junta Directiva del Banco Central de Costa Rica, presidente de Academia de Centroamérica, profesor en la Universidad de Costa Rica y en la Universidad Stvdium Generale.