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Inclusivismo

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Hace poco, en la reunión convocada en una institución académica para discutir asuntos de una entidad de la cual este columnista es fundador, se distribuyeron copias de dos antiguos documentos a cuya redacción contribuimos en su momento. El primero, el Acta Constitutiva de la entidad, apegado a una formula jurídica establecida por ley y confeccionado por un doctor en derecho con quien colaboramos dos profesores de química, fue escrito originalmente en impecable español, pese a las limitaciones que en el campo lingüístico padecemos tanto juristas como químicos. Sin embargo, al leer la copia que nos fue entregada esta vez, quedamos pasmados, y lo mismo nos ocurrió con la del segundo documento. Ambas eran difícilmente legibles, no porque estuvieran borrosas o llenas de manchas de café, sino porque sus textos habían sido modificados de tal modo que ahora nos parecían estar escritos en birmano.








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