Georgia. ¡Oh, Georgia! Recuerdo aquella vieja y dulce canción – Georgia on my mind – compuesta por Hoagy Carmichael y Stuart Gorrell en 1930, al despuntar la gran depresión. Sobrevivió la pobreza de esos años para alcanzar su máxima popularidad en 1960, cuando fue interpretada magistralmente por Ray Charles, el cieguito con visión del corazón.
Diez años después, en 1979, ante el advenimiento del Movimiento de Derechos Civiles (Civil Rights Movement), Ray Charles la interpretó de nuevo ante la Asamblea General de Georgia y, apenas transcurridos dos meses, fue adoptada como canción oficial del estado de Georgia. Jimmy Carter, del Partido Demócrata, la usó en su campaña presidencial de 1976 y, décadas después, fue interpretada por Usher en la Casa Blanca para Obama, en el 2016. Desde entonces, adquirió un simbolismo político que aún no termina.
¿Quién iba a pensar que esa hermosa y melancólica canción, tan ligada al espíritu sureño, cambiaría de bandería política? Se volvió a escuchar incesantemente en las últimas semanas durante la reciente campaña electoral en Georgia para la elección de congresistas de medio período, hecha suya por Jon Ossoff, candidato demócrata. Pero su contrincante, Karen Handel, también tenía Georgia on her mind.
Los demócratas perdieron la elección y la canción cambió de manos. Habían montado una campaña de odio, divisiva, basada en la encarnizada persecución del presidente Trump en todo lo que hace, dice y no dice, al asumir, por error, que la elección era un referéndum sobre él, sin abordar los temas concretos y puntuales que afectaban a los georgianos. Invirtieron una suma desproporcionada en publicidad que la convirtió en la campaña más cara de la historia. Pero Georgia les propinó una lección: en política, el dinero no es el único cebo; también hay que saber pescar.
La otra lección se la llevaron los medios de prensa – Washington Post, New York Times, CNN, ABC… – tan sesgados hacia los demócratas, al punto de hacerles la campaña gratuita: criticar, dividir, explotar medias verdades, dar por cierto hechos aún no probados, apoyar la hostil resistencia civil al gobierno y obstaculizar sin dar siquiera oportunidad de desarrollar los programas (reducir y simplificar impuestos, desregular e invertir en infraestructura), que no necesariamente les garantizará el éxito en las elecciones de medio período. Tendrán que variar de estrategia y ser más propositivos, si desean recuperar a Georgia y los demás.