Uno de los tantos retos de las organizaciones, sean estas del sector público, privado o sociedad civil, es la interacción de diversas generaciones cuyos valores, expectativas y formas de comunicación no podrían ser más diversas entre sí.
Los choques generacionales, otrora un fenómeno propio de las relaciones familiares, es hoy un tema de análisis en áreas tan diversas como las relaciones de trabajo y las estrategias para capturar el talento, la necesidad de la innovación en la forma de enseñar, o las formas de abordar una causa social.
Hoy conviven personas representativas de cuatro generaciones: los veteranos (nacidos antes de 1946), los baby boomers (de 1946 hasta mediados de los 60), la generación X (de mediados de los 60 a inicios de los 80) y la generación Y –o del Milenio– (de inicios de los 80 en adelante), y el reto a enfrentar es cómo convertir en ventaja esta rica diversidad.
El tema, que siempre ha sido relevante, ha recobrado especial interés por las muy especiales particularidades de la generación del Milenio, que, por ejemplo, en Estados Unidos constituye hoy el grupo etario más grande.
Hijos del zapping y expertos en el multitasking , no tuvieron que incorporar las computadoras, pues son parte de su vida, lo mismo que Internet, red a la que están conectados 24/7. Además, viven pendientes del móvil, indistintamente del momento, lo cual no conciben como irrespetuoso.
Son de la cultura “wiki” (por Wikipedia), y les gusta mucho más la colaboración que la competitividad de las generaciones anteriores. Para ellos, una clase debe ser práctica, rápida y divertida, y, en el trabajo, prefieren la flexibilidad, un buen ambiente y trabajar en equipo (ej. Google), lo cual les puede resultar más importante que la remuneración. Y ni qué decir cuándo son cautivados por una causa.
Enamorados de hacer lo que les gusta y, además, con un gusto por lo inmediato, esta generación no se preocupará del costo-eficiencia o de la vocación de trabajo duro de los baby boomers , ni del abordaje analítico para resolver sus propios problemas, pero sí podrían ser los emprendedores e innovadores que marquen la diferencia para las organizaciones y el país.
¡Pongámosles atención!