Para Francisco Nicolás, viceministro de Transportes y principal responsable de nuestra seguridad aérea, es "normal" la proliferación de riesgosos percances en vuelos que llegan o salen del aeropuerto Santamaría.
El jueves, tras un nuevo incidente, don Francisco, presidente de Aviación Civil, no prometió una vigorosa investigación ni llamó a cuentas a nadie. En su lugar, enunció la curiosa teoría de que todo problema reiterado se convierte en normal. Es decir, eterno e insoluble.
Según su razonamiento, debemos concluir que también es normal la proliferación de huecos en las calles, aunque ya lleguen al menos a tres los muertos por accidentes originados en ellos.
Es normal que se inunden los barrios del sur.
Es normal perder precioso tiempo en interminables colas bancarias.
Es normal que buses y camiones lancen humo despiadadamente.
Es normal que la delincuencia aceche en todas partes.
Es normal que las cárceles estén a punto de reventar.
Es normal que la infraestructura nacional esté al borde del colapso.
Es normal que el Presidente asista a una reunión del Movimiento de Países no Alineados para enterarse de que no puede entrar.
Y es normal que los funcionarios públicos incumplan sus responsabilidades, se olviden de los ciudadanos y sustituyan su inacción o ineptitud con justificaciones inaceptables.
No debe sorprender, entonces, que también sean normales, evidentes y contundentes un amplio desencanto de la población con sus dirigentes y un sentido de impotencia, impunidad y frustración de los que don Francisco y muchos otros no parecen percatarse.