La Iglesia católica celebra el Jubileo de la Misericordia. En estos días en que estamos de fiesta por el nacimiento de Jesús, es adecuado hacer un alto en el camino para reflexionar sobre lo que eso puede significar para nuestras vidas.
La misericordia equivale a tener un corazón bondadoso hacia los demás. De ahí que el papa Francisco haga un llamado para que vivamos según las enseñanzas del Señor, amando y perdonando como él ama y perdona: sin condiciones y sin esperar nada a cambio.
Ser misericordiosos, en el sentido que el Papa nos exhorta a serlo, no es algo fácil. Usualmente, somos muy duros con los demás. Cuando alguien hace algo que creemos que va en nuestra contra, la primera reacción suele ser: “Me la va a pagar” o “espero que reciba lo que se merece… o más”.
Mi impresión es que en estos tiempos nos hemos vuelto aún más intolerantes. Probablemente, esto se ha agravado por el furor de las redes sociales. Con el Facebook y el Twitter, es relativamente fácil criticar, descalificar, condenar e insultar a todo aquel que diga o publique algo con lo cual estamos en desacuerdo. Y no hace falta pedir perdón, ni acercarnos a la otra persona para comprender su punto de vista. Disentir, sin necesidad de llegar a acuerdos, parece ser la norma. Es más fácil estar “en contra de”, que “de acuerdo con”. Esto se refleja en todos los ámbitos de la vida, incluido, obviamente, el político.
El Jubileo de la Misericordia nos invita a cambiar esa actitud. Nos invita a acercarnos al prójimo, para comprenderle mejor y extenderle nuestro corazón para ayudarle. Es una invitación para mejorar la convivencia entre todos. Eso no significa que tenemos que dejar de ser críticos. Pero sí que deberíamos intentar juzgar con menos fuerza, y de no llegar tan fácilmente a la condena del prójimo, simplemente porque piensa o actúa diferente que nosotros. Sobre todo, pensando que debemos ser consecuentes entre nuestro juicio de los demás y nuestro actuar. El cambio siempre debe empezar de adentro hacia fuera.
El papa Francisco nos insta a que “la misericordia y el perdón no deben quedarse solo en palabras bonitas, sino realizarse en la vida cotidiana”. Esto equivale, nos dice el Santo Padre, a un “nuevo programa de vida que no puede conocer interrupciones o excepciones”. El cambio de actitud no es solo para el Jubileo, o para estos días de fiesta; es para todo momento de nuestras vidas. Feliz Navidad.
Luis Mesalles obtuvo su doctorado y maestría de Economía en The Ohio State University y su bachillerato en Economía en la Universidad de Costa Rica. Actualmente, es socio consultor de Ecoanálisis y gerente de La Yema Dorada. Participa en varias juntas directivas. Anteriormente, fue vicepresidente de la Junta Directiva del Banco Central de Costa Rica, presidente de Academia de Centroamérica, profesor en la Universidad de Costa Rica y en la Universidad Stvdium Generale.