La encuesta de preferencias electorales de la empresa Unimer, publicada por La Nación la semana pasada, no permite sacar conclusiones sobre el resultado de los comicios del 2014. Con la mitad de los votantes probables todavía indecisos y los tres principales candidatos en empate técnico, cualquier especulación es posible.
El sondeo, sin embargo, arroja un dato en firme: la prolongada crisis de los partidos políticos costarricenses alcanza profundidades nunca antes vistas. Ninguna de las agrupaciones participantes puede presumir de un apreciable caudal electoral propio, salvo el Partido Liberación Nacional, y, aun en ese caso, se trata de una fuerza muy disminuida en relación con otros momentos históricos.
Los electores no se identifican con los partidos existentes y la única línea ascendente en el gráfico de las cifras arrojadas por la encuesta es la correspondiente a “ninguno” o “no sabe, no responde”. No siempre fue así y, en décadas recientes, la mayoría se identificaba con una u otra organización.
Las nuevas circunstancias explican la volatilidad del electorado, demostrada en el curso del proceso que culminará en febrero. En ese marco, los súbitos cambios de preferencia y la rápida reacción a hechos de mayor o menor importancia podrían marcar el desarrollo de la campaña.
Si bien la base partidaria de Liberación Nacional se ha encogido, el 55% del apoyo a su candidato presidencial viene de quienes votaron por la agrupación en las últimas elecciones. Solo el 10% apoyó a otros partidos en el 2010. El aspirante libertario extrae un 25% de su apoyo de las filas contrarias y apenas un 40% corresponde a quienes volverán a votar por él después de haberlo hecho en los últimos comicios. El respaldo al candidato del Frente Amplio proviene, en un 62%, de quienes se cobijaron en otras tiendas en el 2010.
El apoyo recibido por Acción Ciudadana en recientes procesos electorales prácticamente desapareció en la última medición de preferencias. Una buena parte se acomodó en el Frente Amplio, algo capturó el candidato liberacionista y hasta hubo una significativa ganancia para el libertario. Del caudal que al principio atrajo la candidatura del Dr. Rodolfo Hernández, muy poco permanece en la Unidad Social Cristiana.
El cambio de acera es hoy un fenómeno común, de la mano de la pérdida de identidad partidaria. Es riesgoso dar cualquier cosa por sentada. Si la mitad de los votantes probables no se ha decidido, buena parte del resto está en tiendas extrañas, quizá con poco sentido de pertenencia. Febrero está mucho más lejos de lo que había estado jamás a estas alturas de diciembre.