En el 2015 sucedieron dos hechos reveladores del creciente papel de las economías emergentes y de China: el Congreso de los Estados Unidos aprobó la reforma propuesta por el Comité Ejecutivo del Fondo Monetario Internacional (FMI) del 2010 y la divisa china, el yuan, fue aceptada dentro de la canasta de monedas de reservas en octubre.
La reforma del 2010 es una de las más grandes transformaciones del organismo desde su constitución a partir de los acuerdos de la Conferencia de Bretton Woods (1944). Esta reconoce que la realidad económica y financiera actual ha variado mucho e incluye nuevos actores.
Además de duplicar el fondeo, se pretende una asignación más equitativa de las cuotas relativas para reflejar mejor la importancia económica de cada uno de los países miembros y un directorio ejecutivo más representativo.
La decisión del Congreso de Estados Unidos, largamente esperada, para algunos un poco tardía, pretende allanar las críticas de países disconformes con la subrepresentación de economías emergentes cada vez más relevantes y la sobrerrepresentación de otras, que han perdido importancia relativa.
China, segunda economía del mundo, que cuenta actualmente con una cuota relativa equivalente al sexto puesto detrás de Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia y Reino Unido, con la reforma pasará al tercer lugar y la India, del lugar décimo primero, al octavo. En el caso de Latinoamérica, Brasil subirá cuatro puestos y quedará en el décimo lugar.
En el caso del Directorio Ejecutivo, se ceden dos espacios, de los 24, que los pierden los europeos a favor de los países emergentes, y todos los directores serían seleccionados por votación al eliminarse los puestos reservados a las cinco mayores economías.
No se descarta que la decisión del Congreso, que logró superar una férrea oposición republicana, optara por las reformas como mecanismo de contención a la creación de mecanismos financieros propiciados por China, como el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura, que han tenido una buena acogida incluso en aliados estratégicos de los Estados Unidos como el Reino Unido, Alemania, Francia, Italia y Japón o bien el Banco de los Brics.
La evolución es bienvenida. Como bien señaló Christine Lagarde, se requiere un FMI moderno y más representativo, que esté mejor equipado y que atienda las necesidades de los 188 países miembros en el siglo XXI.
Nuria Marín Raventós es licenciada en Derecho por la Universidad de Costa Rica y máster en Artes Liberales por Harvard University. Es cofundadora y vicepresidenta del grupo empresarial Álvarez y Marín Corporación.