Hay noticias que se reciben con júbilo. La del viernes pasado proveniente del FMI es una de ellas: “Costa Rica no tiene problemas de competitividad y el tipo de cambio es de equilibrio”. En el Banco Central se deben sentir muy complacidos. Yo también lo celebro. Es la tesis que he defendido públicamente frente a economistas afines a Gobiernos anteriores.
Varias diferencias nos separan. Por un lado, piden que el BCCR intervenga comprando divisas para pujar las cotizaciones, aduciendo que el menor crecimiento del PIB permitiría aumentar reservas sin esterilizar los colones recurrentes. No lo comparto. Si el tipo de cambio está en equilibrio, no se debe forzar uno distinto para favorecer a otros sectores. El tipo de cambio debe ser neutral. Además, se contradicen. Exigen que el mercado fije las tasas de interés sin la mano (peluda) del Estado, pero rechazan que el mercado fije el tipo de cambio y piden la manita (rasurada) de papá Estado.
Por dicha, el BCCR optó por actuar con más visión y equidad: en vez de emitir para comprar divisas, que beneficia a pocos, decidió inyectar liquidez dejando vencer, sin renovar, parte de su deuda acumulada, que contribuye a reducir las tasas de interés y estimula la economía para beneficiar a muchos. De paso, disminuye los pasivos con costos que afectan las pérdidas de operación (que otros, antes, habían hecho crecer) y significan más inflación futura. Mató varios pájaros de un tiro.
El FMI también dirimió otros temas discutidos entre economistas. Dijo que la inflación en el 2016 será entre un 2% y un 3% y que el BCCR puede perfectamente bajar las metas de inflación. Yo lo celebro. Semanas atrás, hice la misma sugerencia. También insté a Hacienda a reducir las tasas de interés y, por ello, apoyo el Plan Impulso. Aunque no es perfecto, es un buen paso. Hoy noto con satisfacción que ya han comenzado a caer.
Existe congruencia entre el Plan Impulso y las políticas del BCCR. Ambos parten de una realidad: la inflación y expansión mundial han caído y las tasas de interés aún permanecen bajas. En Costa Rica, hay estabilidad cambiaria y de precios, pero la producción crece menos que su potencial, en parte por las vicisitudes externas.
Conviene estimular el mercado interno para cerrar la brecha del producto. Esto justifica más liquidez y bajar tasas de interés. Pero hay funcionarios renuentes a colaborar. Trascendió que un banco estatal está rejego.
En un contexto similar, don Miguel Ángel y doña Laura hicieron sentir su firme parecer. ¿Tendrá don Luis Guillermo que alzar la voz?
(*) Jorge Guardia es abogado y economista. Fue presidente del Banco Central y consejero en el Fondo Monetario Internacional. Es, además, profesor de Economía y Derecho Económico en la Universidad de Costa Rica.