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El viernes pasado, un cocodrilo se paseó orondo por el centro de Quepos. Se pavoneó por ahí con esa autosuficiencia del que se sabe en la cúspide de la cadena alimentaria. Ante tal noticia extraordinaire , caí en cuenta de que en este país nos falta velocidad. La nota nunca debió quedar confinada a la sección de Sucesos, un desperdicio. Procomer y Cinde debieron haberla esparcido por el resto del mundo como parte de nuestra marca país: “Venga a Costa Rica, el país de la innovación verde, donde hasta los cocodrilos andan buscando qué hacer en nuestras vibrantes ciudades. Y no cualquier cocodrilo, sino uno mansito. Así son nuestros cocodrilos: amables, con sonrisas de oreja a oreja”. Todo muy bien: welcome , y tres turistas y dos inversionistas más para nuestro saco.








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