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Cuando aterricemos, en algún momento, de ese bello sueño que fue el Mundial de Fútbol 2014, nos encontraremos desnudos frente a la Costa Rica que somos. La de los problemas, los desafíos e incertidumbres. Y, entonces, resurgirá la inevitable pregunta: pero ¿qué somos en verdad, el país de la decadencia o el de la promesa? Cuando uno rasca la historia reciente, no queda más que reconocer que, en los últimos años, nuestros estados colectivos de ánimo han pasado, según el momento, del optimismo al pesimismo.








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