¿Vieron? De repente se pudo hacer en pocos días lo que por años se dijo que no servía y no había manera de echar a andar. Me refiero a las rutas intersectoriales de buses, que conectarán Desamparados con Moravia, Guadalupe con La Uruca y esta con Escazú. Ideadas en el 2007, su objetivo era evitar que centenares de miles de usuarios tuvieran que tomar 2 o 3 buses, obligados a hacer transbordo en el centro de San José y pagar el doble o triple a las empresas buseras. Casi puestas a caminar en el 2008 (una acción legal las frenó en el último momento), fueron descartadas en el 2011 por el entonces viceministro del MOPT, Rodrigo Rivera, por no ahorrar energía ni tiempo. “El Ministerio estudiaría una opción simplificada”, dijo en esa ocasión. (Traducción: “ Échele tierra a esa vara” ).
¿Cuál fue el milagro que hizo la luz? ¿Será que el MOPT estudió esa opción alternativa que prometió, con propuesta de planificación incluida? ¿Es que alguien vio la divina torta envuelta en huevo? Tristemente, no. El milagro, que lo hubo, no fue de esos. Fue un pinche hueco. El colapso de una alcantarilla en la Circunvalación, que generó un caos urbano, tuvo más poder de persuasión que un millón de personas a diario duplicando tiempos de transporte por un trazado de rutas obsoleto, prisionero de los intereses de un sector empresarial políticamente enchufado; trazado, hay que decir, similar al que existía 50 años atrás, cuando San José ni llegaba a 500.000 habitantes. O sea, la “normalidad” absurda no bastó: se necesitó del hueco, un “acto de Dios”, como dijo un alto funcionario del MOPT, para que la cosa caminara. Algo había que hacer, alguien se acordó (por dicha) de las intersectoriales y desempolvaron una versión temporal y reducida. Menos mal.
¡Un acto de Dios! Aviados estamos. La puso difícil el señor. Aun los más creyentes coincidirán conmigo en que es un método extremo para introducir mejoras en el transporte de personas. En lo particular, preferiría algo más sencillo como que el MOPT actuara preventivamente y ejecutara políticas para atender las necesidades de la gente. De lo contrario, dependeremos de milagros para que las cosas cambien. Y ahí el MOPT siempre nos ganará, porque los milagros, lo que se dicen milagros, son muy raros. Según la versión ministerial, tendríamos que esperar al próximo desastre, algo así como un hundimiento en la avenida segunda, para que construyan algunas terminales decentes en San José, en vez de los paraderos hediondos a media calle. Con dos huecos allí, quizá obtengamos tren. ¡Diay, está dificilillo!
Hay que hincarle el diente al transporte urbano, pues afecta nuestra calidad de vida y las finanzas de todos. En esto, no más milagros, por favor.