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El golpe militar en Chile del 11 de setiembre de 1973 no fue una asonada más de las cientos que tapizaron la historia latinoamericana del siglo XX. Fue un terremoto continental con réplicas mundiales. Se distinguió del típico golpe de estado por el alcance de su violencia contra todos los que defendían el orden constitucional, una ferocidad que solo fue superada por la dictadura argentina de la época. También se distinguió porque acabó con una de las pocas democracias que durante la Guerra Fría sobrevivían en un continente ahogado por militares. Aquí tuvo otra compañía, la de los militares uruguayos que por ese entonces hicieron lo mismo.








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