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Ya sabíamos que los partidos políticos están en la lona: debilitados, desconectados de la ciudadanía. Ya sabíamos que el gobierno también está en la lona: agobiado por escándalos semanales y abandonado por su propio partido. Lo que ahora sabemos, luego de las protestas del martes, es que la sociedad civil, ese amplio arco de organizaciones sociales de todo tipo, está también en la lona. La suma de los enojos organizados alcanzó para marchas y bloqueos pero la ciudadanía se quedó sentada en la cerca viendolos pasar. No hubo golpe contundente, estilo movilizaciones en Brasil, que obligan al gobierno a enderezar el rumbo. Es claro que no solo el sistema político (gobierno y partidos) está fragmentado y erosionado, la sociedad civil también.








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