Extrañamos las encuestas políticas (y las críticas) que solía publicar periódicamente La Nación, elaboradas por Unimer. Eran mi deporte favorito. Ojalá vuelvan. Entre tanto, veamos el más reciente sondeo de Cid-Gallup sobre preferencias electorales y sus implicaciones para la próxima contienda municipal.
Volvimos, al parecer, al mismo panorama electoral que teníamos antes de las últimas elecciones nacionales: la mitad del electorado no tiene filiación partidaria (51%); un 25% permanece leal a Liberación; y el PAC concita un 9%, el PUSC un 8%, el FA un 4% y el resto (3%) se reparte (inequitativamente) entre los demás.
Los grandes electores serán, de nuevo, los no matriculados. Ellos decidirán las próximas elecciones nacionales (en las municipales hay otros elementos en juego), pero no podemos afirmar que ese grupo cuantitativamente voluminoso sea homogéneo en su pensamiento ni ideología (si la tiene). Ahí hay de todo. Eso nos hace pensar que el candidato (no necesariamente el partido) que más los seduzca políticamente verá acrecentadas sus posibilidades de ganar. Entonces, el personaje será relativamente más importante que la bandera. Pero, claro, “aplican restricciones”.
Una es que el PLN tiene una base y una organización más amplias. Eso le confiere una ventaja relativa. Si el candidato es bueno, sus probabilidades aumentan; si no lo es, o si la gente no vota “a favor” sino “en contra”, podría repetirse el fenómeno del 2014.
Para los otros partidos la cosa es más dura por la delgadez de sus respectivas bases electorales (filiación). Tendrían que presentar un supercandidato para atraer un porcentaje mayoritario de los no matriculados, pero la posibilidad de que alguno supere el 40% de los votos válidos en primera ronda se ve, de nuevo, lejos. Esto abre la baraja de posibles alianzas antes o después de la primera ronda. Por suerte, la visión política de las dirigencias y sus fracciones legislativas se ha modernizado. Ya no las satanizan, como antes. Madura la democracia.
La otra restricción aplica a la próxima justa municipal. En otros lares, las elecciones a medio período suelen ser referendos sobre el Gobierno. Aquí, la apatía es grande, los no matriculados escasamente participan y el mayor partido (PLN) tiene más chance de ganar.
El PAC se ha desinflado (del 27% en enero a un 9% en abril) en parte por el mal desempeño en su primer año de gobierno. Por eso se apareó con el FA, su primo ideológico más cercano. ¿Buscarán pareja otros partidos de oposición más pequeños? Lo sabremos en los próximos meses.
(*) El autor es abogado y economista. Fue presidente del Banco Central y consejero en el Fondo Monetario Internacional. Es, además, profesor de Economía y Derecho económico en la Universidad de Costa Rica.