No ha concluido la discusión sobre tres temas de fondo: inflación, tasas de interés y tipo de cambio. Yo quiero adicionar algunas notas para tratar de aclarar (o confundir) a los contendores.
La inflación internacional no levanta. Las expectativas más bien han bajado. Los bonos protegidos de inflación, entre 5 y 10 años, que representan un buen indicador de la inflación futura en EE. UU., cayeron de un 2,56% a un 1,65%, por debajo de las metas de la Fed (2%).
Como el dólar se apreció, los bienes importados bajaron y, junto con el precio del petróleo, contribuirá a que la inflación importada costarricense se mantenga baja. El BCCR fijó una meta del 3% anual (+-1%), pero posiblemente se ubicará en el rango inferior, quizás un poco menos.
Las tasas de interés se relacionan con la inflación. El Banco Central Europeo bajó las suyas, pues los precios tampoco levantan; Japón también las redujo recientemente por debajo de cero; y en EE. UU. el consenso entre economistas es que subirán muy poco, pues la inflación registrada aún dista mucho de la meta de la Fed.
En el país, a pesar de estar por el suelo la inflación, la tasa básica pasiva tiene nueve semanas y media de no bajar (como el filme de la sensual Kim Basinger). Pero ya verán que bajará. Cuando repunte la inflación, las tasas reales de interés caerán, en contra de todas las predicciones agoreras. Démosles otras nueve semanas y media.
El tipo de cambio sigue siendo la manzana de la discordia. Si flota, unos se molestan; si no, también. Si hay estabilidad cambiaria, se enfadan; si muestra volatilidad, igual. Hay quienes añoran la época en que el BCCR intervenía para beneficiar a ciertos sectores en contra de otros; y unos cuestionan, finalmente, por qué el Central mencionó que este año nuevamente habrá estabilidad. Les cuesta reconocer la realidad.
La explicación es esta: la estabilidad cambiaria no es un conjuro del Banco Central ni un anatema, sino el resultado aritmético de un mercado superavitario. Así fue en el 2015, y el 2016 pinta igual. El déficit en cuenta corriente será de $2.277 millones, pero las entradas de capital públicas y privadas lo superarán ($3.016 millones). El excedente ingresará como aumento de reservas, alrededor de $738 millones, ya que el BCCR no quiere que el tipo de cambio baje. Ese aumento de reservas sería compatible con la expansión monetaria prevista y las metas de inflación (al comprar dólares emite colones). Por eso es que el tipo de cambio será estable. No bajará por la compra de reservas, pero tampoco subirá porque sobran. Esa es la historia.
Jorge Guardia es abogado y economista. Fue presidente del Banco Central y consejero en el Fondo Monetario Internacional. Es, además, profesor de Economía y Derecho Económico en la Universidad de Costa Rica.