Ya casi vamos cerrando el año. Es una buena ocasión para reflexionar sobre los deberes ante ustedes como periodista de opinión.
¿Les quedé debiendo? Probablemente sí. ¡Disculpas! Las estrechas dimensiones de tiempo y espacio, la innata miopía en la percepción de las cosas y otras limitaciones personales a veces nos juegan malas pasadas. En mi descargo, quisiera recapitular algunos aciertos y desaciertos, reyertas y mitotes, que me compré gratuitamente, en aras de defender lo que creí justo y correcto.
Preví que este sería el año de la reforma fiscal. No se dio. Me quedé corto. Más bien, hubo idas y venidas: el Ejecutivo presentó varios proyectos, mas no una reforma fiscal integral; la oposición condicionó su aprobación a un mayor esfuerzo de contención; Hacienda hizo lo que pudo por reducir el crecimiento del gasto y aumentar las recaudación (como señal insostenible de buena fe), pero la Asamblea le dio largas; las fracciones de oposición, al final, se divorciaron (PLN hizo casa aparte); el presidente Solís quedó tranquilo al sentir que su gobierno ya salió sin sufrir una crisis; y yo me quedé viendo pa'l ciprés.
En otras variables, la bola de cristal no me defraudó. En vez de la crisis externa vaticinada por otros colegas, predije más estabilidad; olfateé el repunte de las exportaciones; vi cómo la tendencia del IMAE anunciaba la reactivación; constaté con satisfacción cómo la inflación bailaba limbo, vestida de rojo, por debajo del eje horizontal; sugerí bajar las metas de inflación; apoyé la política monetaria; mostré enfado con la banca comercial por mantener elevadas tasas reales de interés; me opuse denodadamente a grupos de intereses proclives a tentar la política cambiaria; y celebré de corazón la caída de la pobreza gracias a la baja inflación, entre otras cosas. Pero fallé al estimar que mejoraría el desempleo. Y eso me angustia.
Algo escribí sobre el nexo entre el crecimiento del PIB y las fuentes de trabajo, y di, por ahí, un par de charlas sobre el desempleo estructural. Pero siento que el esfuerzo fue insuficiente para crear conciencia. Quedará para engrosar, en lugar preferencial, la lista de propósitos de año nuevo, junto a la perenne lucha contra el colesterol, que también estoy perdiendo (no more tamales). Pero recibí una buena noticia: gracias a la generosidad de La Nación, tenemos ahora un espacio audiovisual (videos) para ampliar y comentar las columnas y darles mayor participación. Los invito a acompañarme en esta nueva aventura periodística que, con gusto, emprendo por ustedes.