Esta semana se realizará la III cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), magno cierre a la presidencia pro tempore asumida por Costa Rica en enero del 2014. Esta es una excelente oportunidad para proyectarnos al mundo, por ser la sede de un mecanismo de diálogo y concertación política que convoca y reúne a los 33 países de América Latina y el Caribe, lo cual nos ha permitidos, durante el año pasado, ser el interlocutor de la región ante la Unión Europea y China, entre otros.
El contexto de la cumbre no podría ser más retador en momentos en que el Fondo Monetario Internacional ha revisado a la baja el crecimiento mundial del 2015, a un exiguo 3,5%, que implica menores perspectivas: de -0,3% a nivel mundial y de -0,9% en América Latina.
El fin de los flujos financieros a los países emergentes, del boom de las materias primas, aunado a los bajos precios del petróleo, golpea con más fuerza a grandes economías como Brasil, México y Argentina, que pasan por momentos internos muy complejos.
Así, en Argentina, solo se esperan las elecciones presidenciales de octubre; en Brasil, Dilma Rousseff sobrevivió a una segunda vuelta de infarto, y México se halla frente a cuestionamientos de corrupción y su débil respuesta ante la desaparición de 43 jóvenes.
Por otra parte, en el ámbito regional hay interesantes incógnitas. Se trata del primer encuentro latinoamericano luego de haberse anunciado el interés de normalizar las relaciones entre Estados Unidos y Cuba. ¿Cómo impactará esto a la Celac? Recordemos que este foro fue visto por algunas naciones como una alternativa para debilitar a la Organización de Estados Americanos (OEA).
Además, esta es la primera cita regional donde Venezuela, cuyo liderazgo ha estado afianzado en su “petrodiplomacia”, se halla en una profunda crisis: niveles de inflación mayores al 50%, sus ciudades están entre las más violentas del mundo y una escasez crónica abate a la ciudadanía. ¿Cuál será el impacto de ese menor músculo venezolano en la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA), Petrocaribe y otros foros regionales?
Veo con esperanza y optimismo que esta retadora coyuntura nos permita dejar atrás fútiles confrontaciones, y poder concentrarnos en una constructiva agenda de crecimiento y desarrollo sostenible para el bienestar de los 600 millones de latinoamericanos.