El Banco Mundial presentó el informe “Perspectivas de la economía mundial”. Para América Latina, las noticias a corto plazo no son positivas, pero a medio plazo podrían mejorar. El Banco, sin embargo, alerta sobre el peligro para la región de que “los crecimientos mediocres menores al 3% se conviertan en una nueva normalidad”.
La debilidad experimentada en el primer trimestre del 2014 retrasará el tan esperado repunte de la actividad económica. Factores como la baja en el crecimiento del PIB en Estados Unidos, producto del severo invierno, la inestabilidad geopolítica provocada por Ucrania, así como el menor ritmo de crecimiento de China, motivaron reevaluar hacia la baja el crecimiento para los países en desarrollo y, entre estos, los de América Latina.
Para las naciones en desarrollo se espera, en el 2014, un crecimiento del 4,8%, inferior al 5,3% proyectado en enero, y, en el caso de América Latina, sería de 1,9%, que es un 1% menor a lo esperado hace seis meses. La buena noticia –que depende en mucho de lo que suceda en China– es que, a medio plazo, las perspectivas para el 2015 y el 2016 mejorarían para el grupo, en general, a 5,4% y 5,5%, respectivamente, y, para América Latina, ascenderían a 2,9% y 3,5%.
Si bien las proyecciones resultan más positivas en el 2015 y el 2016, estas distan del crecimiento al que debe aspirar América Latina. Estos exiguos niveles de crecimiento no tendrán la capacidad de generar el tipo de empleos ni la riqueza necesaria para mejorar la calidad de vida de la población y, mucho menos, disminuir los niveles de pobreza.
El Banco insta a los países de la región a acelerar sus reformas estructurales, que, en una mayoría de casos, deben iniciarse con la disminución de los crecientes déficits fiscales, acelerados a partir del 2007, y con la promoción de medidas que incentiven niveles de crecimiento sostenibles a largo plazo, y mucho menos dependientes de los mercados externos. Recordemos el peso de las exportaciones de materias primas para algunos países de la región.
Que los mejores indicadores de Costa Rica, del 2014 al 2016 –que, respectivamente, son de 3,7%, 4,3% y 4,6%–, no nos eclipsen, pues basta ver los niveles de crecimiento de Panamá, superiores al 6%, y nuestro decepcionante décimo lugar en la región, para saber que lo debemos hacer mucho mejor.
Para un crecimiento más acelerado que beneficie al mayor número, debemos avanzar en la disminución del déficit fiscal, mejorar la calidad y pertinencia de la educación, invertir más en infraestructura, asegurarnos energía de calidad y bajo costo, e incentivar la investigación e innovación. Ese debe ser nuestro norte.