De paso por Canadá, pude dedicar un rato a la observación directa –en vivo y a todo color diría un locutor de la TV– del comportamiento colectivo de cierta especie de pingüinos. (No me llamarían mentiroso si hubiera mentido diciendo que esto ocurrió en Madagascar o en Chile, ¡pero no!: fue en Canadá, en un descomunal jardín biológico en el que se habían reproducido, con especímenes traídos de todo el mundo, diversos hábitats, entre ellos el del bosque tropical húmedo de Costa Rica, tepezcuintles incluidos).
De modo que mis pingüinos provenían, como Dios manda, del hemisferio sur y, como eran muy numerosos, se podía confiar en la autenticidad de su comportamiento. Mien-tras unos pocos anarquistas jugueteaban en el agua, los demás avechuchos se agrupaban en una especie de gran llanura helada, mirando unánimemente hacia un con-génere apostada en el punto más alto del frígido territorio subpolar y dando la impresión de ser atildados caballeros de principios del siglo XX en el acto de escuchar una aburrida arenga sectaria. A partir de ahí, la imaginación alejó de mi mente cualquier asomo de interés científico, pues la caricatura era perfecta y podría haber sido presentada como el video de una asamblea política realizada en Heredia o Cartago.
De vez en cuando vale la pena observar la escena política nacional al revés; es decir, como si se tratara de una bandada de aves más expresivas que los pingüinos. El experimento no enseña nada, pero siempre resulta entretenido. Tomemos, al azar, el caso de esa periodista que aspiraba, dentro del PLN, a una diputación, justamente por Heredia. Se había adherido, con la pasión de una vida de fidelidad partidaria, al candidato presidencial de esa agrupación política, pero tan pronto como se percató de que su aspiración no iba a ser colmada, se cambió de camiseta –como cualquier estrella del fútbol– y le dio la adhesión a un micromicropartido que sí le reservará el primer puesto en la papeleta diputadil de la provincia más alfabetizada del país. Este último detalle es importante porque garantiza que los electores de esa provincia leyeron y entendieron bien el sentido magistral de la jugada: si la volátil aspirante lograra su objetivo, se comportaría en la Asamblea Legislativa como una diputada más del PLN, pero sobrevaluada en el cambalacheo usual de nuestro parlamento gracias al disfraz de diputada independiente, un poco a la manera de los diputados del PASE, o de su nuevo candidato presidencial, Echandi, que cuando en otra ocasión fue “diputado independiente” acabó convertido en un “empunchado” activista del chinchillismo.