El general Joaquín Cuadra, jefe del Ejército de Nicaragua, no titubea en imprimirle tinte nicaragüense al suceso que consterna a nuestro país con motivo del secuestro de dos europeas en la zona norte. De paso, enloda a Costa Rica.
Parece que sabe bastante, el general, de lo que ocurre con tan desgraciado incidente. Parece, también, que su manifestación no es completa y evidencia un contenido resentimiento anticostarricense.
Sin empacho para señalar culpables, el general acusa del secuestro a los denominados contras, que, al igual que muchos de los hoy camaradas militares de Cuadra, disfrutaron del asilo nacional en sus luchas y aspiraciones antidictatoriales.
Pasa de seguido su factura. Costa Rica --dice-- paga el precio de haber prestado su territorio a grupos insurgentes.
¿Por qué acudir a una coyuntura superada para desprestigiar al país?
¿Es esa la forma en que el máximo jefe militar nicaragüense pretende contribuir a resolver un incidente con presuntas connotaciones bilaterales?
Con su insinuación, el general parece estar obcecado al señalar culpables y en enlodar. Nada más. Coincide, su actitud, con la desganada reacción que --según periodistas enviados a la zona del secuestro-- ha mostrado el Ejército nicaragüense en lo que se supone deben ser intensos esfuerzos por resolver el caso. ¿No suena esto curioso?
La alusión del general es torpe y levanta suspicacias. La reacción del Gobierno en San José ha sido, por lo demás, tibia.