El manejo informativo que la Cancillería hizo del caso Dahik es un ejemplo más de cómo la comunicación entre los políticos y los medios de difusión se ha vuelto más compleja en los últimos tiempos. Una de las principales causas es la intención obvia de gobernantes y partidarios de la política de utilizar la prensa para favorecer sus intereses o para volcar la opinión pública a favor de uno u otro asunto en debate.
Es así como el anuncio tardío que hizo la Cancillería sobre la decisión de otorgarle asilo político al exvicepresidente ecuatoriano Alberto Dahik -hecha el sábado por la noche mediante un fax enviado a los medios de información- pretendió evitar la discusión, siempre sana y oportuna, de un caso trascendente en el campo de las relaciones exteriores de Costa Rica.
Después de dar largas al anuncio y de que el presidente de la República, José María Figueres, negara que el informe final tendría que ser visto y aprobado por él, el canciller, Fernando Naranjo, dijo, el viernes, que la decisión sería comunicada a más tardar el Miércoles Santo, cuando los grupos de influencia en el país están inactivos con motivo de las vacaciones de Semana Santa.
Un caso que llevó tanto tiempo de estudio y análisis al Ministerio de Relaciones Exteriores no mereció, para el funcionario, ni la convocatoria de los periodistas, cosa que acostumbran a hacer los gobernantes en asuntos de mucho menor importancia. Un escueto fax enviado, sin previo aviso, a diversas salas de redacción, un sábado por la noche y en vísperas de la Semana Santa, no es precisamente un ejemplo de transparencia en el desempeño de las funciones públicas.
Casos similares han ocurrido antes con este gobierno, muy dado a calcular el día y hora en que los comunicadores enfrentan los mayores problemas de tiempo -por la proximidad del cierre de sus ediciones- y la ubicación de los representantes de los diversos grupos sociales del país, para asegurarse de que la noticia no tendrá el despliegue merecido ni la reacción esperada.