Ha nacido una nueva generación marcada por el coraje, valores y lecciones que nos ha legado el equipo tricolor con su participación en la Copa Mundial de Fútbol, Brasil 2014. Gracias a ellos, Italia 90 no será más que una página dulce en la memoria colectiva, y los cuartos de final, un referente mínimo a aspirar, aun en las condiciones más adversas.
Contra todos los pronósticos, incluido el de diversos especialistas deportivos y hasta de riesgo (apostadores), que nos posicionaban en casillas inferiores gracias a “nuestra mala” suerte, al quedar en el temido “grupo de la muerte”, Costa Rica, Pinto y sus pupilos demostraron que la única historia cierta es la que se ha escrito, y que no hay adversario –aunque aparente ser más fuerte–que no pueda ser abatido. Somos la versión moderna de David contra Goliat.
Hay que reconocer que, como país, caímos en la trampa de cercenar las expectativas de la Sele y pensar generosamente en las posibilidades de nuestros adversarios. Nuestros muchachos, sin embargo, no se dejaron intimidar y nos demostraron que se puede cuando se sueña en grande.
Con su temple, estos jóvenes nos recordaron que se puede llegar a un mundo de más altas posibilidades. Nos mostraron también, gracias a los triunfos sobre Uruguay e Italia, cómo los éxitos potencian la psique nacional, dando un vuelco de energía y confianza tal, que Inglaterra y Grecia, respetables adversarios, se convertían en tan solo unos peldaños más a ganar.
Siempre he dicho que el fútbol es mucho más que un deporte, es un lenguaje universal que tiene el poder de convertir a completos desconocidos en amigos, que derriba divisiones y discriminaciones, y que tiene la capacidad de amalgamar a una nación en una sola voz. Pocas personas entendieron mejor este fenómeno que Nelson Mandela.
Gracias a la Selección, recordamos lo importante de no dejarnos etiquetar ni vencer por las expectativas, y de que no existe un sueño tan alto e imposible que no podamos proponernos alcanzar, ni historia que no podamos construir.
Brasil 2014 demuestra cómo el trabajo serio y riguroso, la disciplina, la perseverancia, la confianza, el levantarse frente a la adversidad, el contar con un equipo técnico que no cambiamos ante resultados negativos, así como el trabajo en equipo, son recetas exitosas en el fútbol y en todo aquello que nos propongamos.
El éxito se inicia en un estado mental basado en confianza, optimismo y sed de triunfo. Además de la Sele , también lo demostró el ciclista Andrey Amador, único centroamericano en ganar una etapa del Giro de Italia. Convirtámonos en exitosos realizadores de nuestros sueños.