El Banco de la Reserva Federal de San Luis y el Banco Central de Costa Rica auspiciaron una conferencia internacional sobre los retos de la banca central. Por la calidad de los participantes, resultó de alto vuelo. Sirvió para contrastar las políticas nacionales con las de países similares.
La mesa redonda: nuevos desafíos de la banca central, con banqueros centrales de Perú, Uruguay y Costa Rica, fue muy provocativa. Abordó la experiencia de países con metas de inflación ( inflation targets ) ante choques externos y vaivenes del capital. La cuestión es si deberíamos avanzar a uno de esos esquemas puro o, más bien, flexible ( lite ).
La literatura señala que inflation targets exige flotar la moneda. ¿Por qué razón? Para programar con mayor precisión los cambios de liquidez, esencial para lograr las metas de inflación que, de otra forma, se verían comprometidas por la expansión o contracción del dinero. Pero los panelistas coincidieron en que la flotación pura es una pura quimera, dados los factores externos o internos que instigan los flujos financieros.
Perú es un caso interesante. Tiene un buen esquema de inflation targets (IPC del 2%) sin observar una ortodoxia monetaria, cambiaria ni de reservas. Lo maneja a su modo: versatilidad cambiaria, uso discrecional de reservas, activa política de tasas de interés (redujo exitosamente la dolarización) y ha logrado baja inflación y alto crecimiento real. Además, exporta petróleo. Acumuló reservas al subir el precio, pero, al bajar, usó una parte para mantener el tipo de cambio asido a los “fundamentales”.
Alguien preguntó si debía dejar el cambio a la libre, sin intervenir. Respondió que no. Distinguió entre determinantes cambiarios a corto plazo (influidos por la volatilidad financiera) y a largo plazo (determinantes del equilibrio y tendencia en el tiempo) y admitió que ambos pueden chocar. Defendió la intervención para suavizar la volatilidad y, de paso, acomodar otros objetivos como crecimiento y sanidad financiera, pero sin abandonar el fin de todo banco central: inflación. ¿No se les parece a la política cambiaria de Costa Rica en los últimos cinco años? En ese examen, Rodrigo Bolaños y Olivier Castro no salen malparados. Excepto dos lapsus cortos (febrero-abril 2014 y mayo-junio 2017), la acumulación y uso de reservas acotadas por intervención intradía e interdía para morigerar la volatilidad, pero sin negar la tendencia y ajustar tasas de interés, resistió el embate de la crítica internacional.