Armas y personas

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El otro día oí una curiosa afirmación: “Las pistolas no hacen daño, son las personas las que matan”. La aseveración es incontrovertiblemente cierta: todo objeto inanimado es por definición inerte, inofensivo hasta que un ser viviente lo accione por motivaciones ofensivas, defensivas, por accidente o por ninguna razón en particular. Llevando el argumento al extremo, lo mismo podría decirse de una bomba atómica: es absolutamente inofensiva, ni buena ni mala (eso sí, mientras a nadie se le ocurra usarla).








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