La contralora general de la República, Marta Acosta, ha levantado su voz con la seriedad y sustento que la caracterizan. Debemos prestarle atención.
Su llamado va en dos sentidos. Primero: si no actuamos ya, el país sufrirá un colapso fiscal. Segundo: los dirigentes políticos deben salir de sus trincheras, sentarse a la mesa y articular estrategias para reducir gastos, aumentar ingresos y mejorar la eficacia de la formulación y ejecución presupuestaria.
Ninguno de estos mensajes es original. Por esto son tan preocupantes: revelan, una vez más, que ante un problema creciente hemos sido incapaces de forjar soluciones.
Aunque no usó el término, doña Marta pidió superar el concepto binario de la política –que normalmente entorpece los acuerdos– y avanzar hacia un abordaje múltiple, que los promueve.
Aplicado a la materia fiscal, es tan simple como reconocer que la solución a nuestra ascendente crisis no es o menos gastos o más impuestos, sino una buena combinación de ambos, junto a impostergables reformas a las remuneraciones, transferencias, destinos fijos y otras rigideces del gasto.
Aplicado a la política, es tan complejo como aceptar, para superar, que el problema fiscal viene de atrás; que la actual administración desdeñó su seriedad; que el Presidente prometió no aumentar impuestos en dos años; que la postergación de las decisiones nos perjudica a todos, y que, inevitablemente, el mayor costo político deberá asumirlo el gobierno, pero que su control del directorio legislativo aumenta la responsabilidad de la oposición.
Aclaradas las dimensiones fiscal y política, el siguiente paso se llama negociar, algo muy distinto a mantener una guerra de posiciones, repetir consignas o buscar héroes y villanos.
Al Ejecutivo no le queda más que dar el primer paso, lo cual incluye armar el cubo de Rubik de la fracción del PAC y dejar de culpar a otros por sus propios yerros. El segundo debe venir de la oposición. Pasa por renunciar a la barrera de cero impuestos para, al menos, discutir su posibilidad a cambio de otras acciones. Y el tercero toca al Frente Amplio, que deberá decidir si se incorpora a la búsqueda de soluciones o sigue en la periferia, como un simple coro ideológico de espaldas a la realidad.
(*) Eduardo Ulibarri es periodista, profesor universitario y diplomático. Consultor en análisis sociopolítico y estrategias de comunicación. Exembajador de Costa Rica ante las Naciones Unidas (2010-2014).