Opinión

¿Cloaca o catedral?

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La incomparable belleza de una catedral gótica. La inmundicia y sordidez de una cloaca. Somos ambas cosas. El hemisferio que juzgamos socialmente “presentable”, la fachada “de exportación” (puede incluir defectos, toda vez que los consideremos decorosos, o que busquemos ser amados por ellos); y la faz en sombra: suma de nuestras pequeñeces, envidias, mezquindades, mal digeridos rencores, en fin, las verrugas y tumoraciones del alma. El que niega la alcantarilla de su ser es un hipócrita. El que la exhibe con desparpajo es un pornógrafo de su propia porquería, un cínico o una de esas personas que derivan placer escandalizando a la gente.








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