Las Sofías de Costa Rica
Polémica por foro publicado en La Nación
Mucho se ha hablado sobre Sofía y sus razones para no querer vivir en Costa Rica. Unos han querido lapidarla por “desubicada” y otros, por el contrario, han calificado de desubicados a sus detractores. Tras la típica y predecible discusión sobre si se debe “matar o dejar vivir al mensajero”, deberíamos centrarnos en una discusión más necesaria: ¿es este el país que queremos y necesitamos para que nuestra gente desarrolle su potencial? Y más importante aún, ante las evidencias irrefutables en contra: ¿cómo hacemos para alcanzar ese país necesario?
Están Sofía y sus circunstancias, todas muy respetables; pero comprendamos de una vez que Costa Rica está llena de “Sofías”. Desde la que acude a la sicóloga para lidiar con este país tan enrevesado, hasta la que espera, desde la madrugada, encontrar campo en la clínica para que atiendan a su bebé.
Por las dos, por todas, conviene trascender el debate y enfrentarnos a la realidad con acciones.
Ignacio Solís Gómez
Rohrmoser
Inundaciones sin solución
Desde hace 40 años, los vecinos de Hatillo 2, 300 metros al sur del Liceo Brenes Mesén, hemos sufrido por inundaciones que se producen en la época lluviosa puesto que el alcantarillado pluvial no es apto para drenar las aguas. Se han hecho gestiones ante las autoridades de la Municipalidad de San José, y solo se han hecho trabajos parciales al problema, evidentemente insuficientes ya que los días 21 y 28 de octubre se inundaron varias casas. Es urgente intervención de la alcaldesa para la solución definitiva de este problema.
Christian Ramírez Acosta
San José
El peso de las decisiones
Al igual que Sofía, tengo años de vivir y estudiar lejos de mi país. Yo también he llorado como ella: no en un consultorio, pero sí en la almohada, en un hombro amoroso , en Skype y en silencio. Y como Sofía, yo también tengo derecho de vivir en un país sin sentir miedo de perder a la gente que quiero y dejé lejos. Pero no quiero vivir en un país donde prevalezca la indiferencia, y que se jacta y predica una igualdad inexistente, máxime cuando ese país no es el mío. Soy feliz en este país; aunque no hay día que no añore Tiquicia. Sofía es poco valiente al decir “hasta aquí” y huir. Lo digo con propiedad porque cargo el peso de mis decisiones en los hombros; pero yo no me quejo.
Fiorella López-Jiménez
Arizona, Estados Unidos