Pocos días antes de la muerte de Jorge Manuel Dengo, cuya obra fecunda nuestros más bellos sueños, se le otorgó el Premio Magón a Rodrigo Gámez Lobo, con una trayectoria de más de 50 años en el campo de la ciencia y de la investigación, 120 publicaciones, 40 galardones en materia ambiental y, como don Jorge, constructor de soluciones. Grandes entidades nacionales saben de su talento, pasión y visión.
Anteayer la NASA confirmó que Franklin Chang ingresará al Salón de la Fama de los Astronautas de Estados Unidos, donde se codeará con 80 hombres y mujeres galardonados por sus proezas en la exploración espacial. Chang fue el primer astronauta hispano y el que por más tiempo ha estado en el espacio (66 días, 18 horas y 16 minutos). Ha compartido el récord de siete viajes en transbordadores y trabaja actualmente en el proyecto Ad Astra para desarrollar el motor de plasma, una tecnología revolucionaria en la exploración espacial.
Jorge Manuel Dengo, Rodrigo Gámez, Franklin Chang. Tres vidas paralelas en la misma patria, en el tiempo y en el espacio, que en estos días, por motivos diferentes, se han dado cita en la conciencia del pueblo de Costa Rica: don Jorge Manuel por completar su ciclo vital, a los 93 años, como el gran atleta del espíritu que traspasa la meta colmado de récords y de gloria; don Rodrigo Gámez, por haber sabido escuchar, como dijo una voz augusta, el lenguaje de la naturaleza y responder a él coherentemente, para hermanar así, mediante la ciencia y su aplicación justa, la ecología natural con la ecología del hombre. Así, a los 76 años, lo consagra el Premio Magón. Y más acá en el tiempo Franklin Chang que, a los 61 años, ingresa aureolado con el fulgor de las estrellas en el Salón de la Fama de los Astronautas de EE. UU.
Tres vidas paralelas entrelazadas no solo por la elevación de sus ideales y la concreción singular de sus obras, sino por dos virtudes, pedestal de su grandeza y razón de la admiración que nuestro pueblo les prodiga: el respeto, supremo valor ético de la convivencia humana, y la sencillez o humildad, que no es sino vivir en la verdad, así como su antítesis: el narcisismo, la arrogancia y el irrespeto significan vivir en la mentira, en la carencia del sentido de lo humano y en la cobardía.
Debe ser bueno un pueblo, como el nuestro, que, en pocos días, puede rendir tributo a tres hombres virtuosos, representantes, al mismo tiempo, de muchos otros hombres y mujeres, jóvenes o adultos, que, en el silencio creativo de todos los días, siembran, innovan o producen. “Costa Rica –decía don Rodrigo Gámez ayer– podría ser mejor”. El secreto está en saber mirar y en saber escoger lo mejor.