El ICE, a imitación de la CCSS, ha decidido poner fin al privilegio de incluir el subsidio por incapacidad para el cálculo de los beneficios laborales. Sin embargo, las sabrosas diferencias en la materia con la empresa privada subsisten a favor de los empleados públicos. Las convenciones colectivas y los llamados derechos adquiridos han sido una mina inagotable.
Otras instituciones públicas que han explotado el subsidio como trampolín para otros beneficios deberán ponerse en orden, lo cual no es sino la masa de la lora en el soberano “óleo” de dinero en el sector público, a costa de los contribuyentes. Séanos permitido recordar, por ello, que, mientras siga vigente el actual régimen del empleo público, no habrá sistema fiscal que aguante, imputable no a los empleados públicos o a las convenciones solamente, como suele decirse, sino a su causa real: la alcahuetería, un tumor que, por años, ha corroído el cuerpo y el alma del Estado y de la política. Hoy estamos recogiendo los frutos de esa siembra nefasta.
Detrás de cada uno de los males que afligen a nuestro país se ve la mueca de un alcahuete, que tuvo miedo, a la hora de la verdad, de ejercer la autoridad y cumplir con su deber, o, más gráficamente, que no se animó a decir que NO, ese adverbio de negación, cuya sola pronunciación nos causa horror a los ticos en nuestras casas, en la escuela, en las instituciones públicas y en la política nacional.
¿Será necesario reiterar que la crisis de la CCSS y el actual déficit fiscal y, para resumir, la ingobernabilidad que nos abruma, han tenido origen en aquellos que vieron y callaron, que se dejaron llevar por la corriente, se hicieron los tontos y no se animaron a anteponer su conciencia y la observancia de la ley a otros intereses o a su inagotable vanidad? Detrás de cada convención colectiva y cada privilegio hubo directores y ministros que les dieron luz verde. Detrás de cada nombramiento indignante se asomó previamente un acto de complacencia o de complicidad. ¡Qué copioso y gustoso material para tantos reportajes y tantas tesis e investigaciones de verdad!
¿Cómo, por 10 años, se fraguó la crisis de la CCSS? ¿Cómo se desembocó en el déficit fiscal actual? ¿Cómo se han tolerado tantas chambonadas en la función pública y se toleran tantas justificaciones risibles? ¿Cómo el sector profesional sigue nadando en el océano de sus evasiones fiscales? ¿Hasta cuándo este país va a tolerar que unos cuantos diputados degraden impunemente nuestra institucionalidad?
¿Ingobernabilidad o alcahuetería? Pareciera que por ahí avanza, imponente, la gran procesión nacional.