En Vela

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Nuestra presidenta, Laura Chinchilla, ha recibido en sus cuatro primeros meses de gobierno varios bautizos de fuego: el asalto empinado del narcotráfico y la criminalidad, la rebelión de los fenómenos naturales, el déficit fiscal, la reversión de los muelles de Limón y Moín, ahora en manos de los dirigentes sindicales, y los desafíos acumulados e inevitables: la pobreza, la producción eléctrica, la asfixiante tramitomanía, el transporte público y las fuertes llamadas internacionales de atención sobre el descenso en la lucha por la competitividad. Una realidad retadora y una pesada herencia.








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