Aunque no está aun aprobado por la Asamblea Legislativa –paso crucial–, el proyecto de reforma tributaria dio un paso importante esta semana para hacerse realidad. La negociación del Gobierno con Ottón Solis y el PAC aumenta muchísimo las posibilidades de su aprobación.
Este acuerdo va despejando el panorama político, y el económico también. Nos recuerda que la negociación entre partidos es parte intrínseca de una democracia. Pactar acuerdos no es ningún pecado, siempre y cuando estos sean transparentes. El Gobierno ha demostrado que la reforma tributaria es su proyecto prioritario. A tal punto que ha hecho un esfuerzo enorme por pactar con el PAC, dejando de lado negociaciones con otros partidos, en otros proyectos. Se comprueba que la Alianza por Costa Rica fue creada únicamente para lograr el directorio legislativo. Se confirma lo que ya se sabía: las diferencias ideológicas entre los partidos es tan grande, especialmente entre PAC y Libertario, que era imposible que la Alianza lograra consenso en proyectos importantes. Con este acuerdo, la Alianza está prácticamente muerta. Esto le abre las puertas a Liberación para recuperar el directorio en el 2012, y al PAC para posicionarse en primer lugar para las elecciones presidenciales del 2014.
Desde el punto de vista económico, muchos de los cambios acordados son ajustes a la propuesta de Gobierno. Se amplían exoneraciones, se bajan tasas a productos específicos, se agregan impuestos a salarios altos y a vehículos de lujo. El efecto neto en recaudación de estos cambios parece ser a la baja. El Gobierno parece estar dispuesto a hacer este sacrificio, con tal de lograr el acuerdo ‘macro’. Además, va en la línea de “solidaridad” que había propuesto inicialmente.
Pero hay otros puntos acordados que sí modifican sustancialmente el proyecto original. Lo que son renta global y mundial, me parece que van en la línea de modernizar el sistema tributario, lo cual está bien. El problema es que son sumamente difíciles de aplicar en la práctica, ya que implica un cambio radical en la forma de cobrar el impuesto de renta. En el caso de la mundial, además, requiere de cuidado para evitar una doble imposición de las rentas generadas en el exterior. No veo que una propuesta seria pueda ser presentada a la Asamblea en el tiempo en que el Gobierno quiere que sea aprobada la reforma.
En fin, aunque no nos guste la idea de tener que pagar más impuestos, lo bueno de este acuerdo es que se da un paso adelante para desempantanar la Asamblea. La incertidumbre generada por eternas horas de discusión, sin definir el rumbo, es sumamente perjudicial para el país. Esperamos que el Gobierno utilice esta nueva destreza adquirida de negociación para avanzar en otros proyectos, algunos tanto o más importantes que el tributario.