El INEC acaba de presentar los resultados de la Encuesta de Hogares, que incluye los datos sobre ocupación, desempleo y pobreza. Los cambios metodológicos introducidos en esta encuesta hacen difícil la comparación de datos de un año a otro. Pero, sin entrar en complicaciones de comparación, hay suficiente información para sacar algunas conclusiones interesantes.
Poco más de 1 de cada 5 hogares costarricenses es considerado pobre. Esto significa que el ingreso que devengan estos hogares pobres no es suficiente para cubrir las necesidades básicas, alimentarias y no alimentarias, de una familia. La población rural tiende a ser más pobre que la urbana. Específicamente, en las zonas Chorotega (Guanacaste) y Brunca (zona sur), el porcentaje de hogares pobres es casi el doble que el de las zonas urbanas. Las familias pobres tienen más niños menores de 5 años y más miembros por hogar, pero menos gente con trabajo, que las familias no pobres. El ingreso, por tanto, es casi 5 veces menor en las familias pobres que en las no pobres, y encima tienen más necesidades que cubrir.
En el país, 7,3 por ciento de los que quieren trabajar no consiguen trabajo. Cuando se trata de los pobres, el desempleo sube al 20 por ciento. Pero, además, cuando trabajan lo hacen unas 40 horas por semana, que es menos que una jornada completa. Si a esto le sumamos que el promedio de escolaridad de los miembros de las familias pobres es de apenas 6 años, comparado con 9 para los no pobres, nos damos cuenta de las limitaciones que tienen los primeros para poder generar suficientes ingresos para cubrir sus necesidades básicas.
Los problemas del empleo y de la pobreza están íntimamente ligados. Cada uno alimenta al otro. Resolverlos conlleva soluciones de tipo estructural, políticas públicas que sean capaces de cambiar de manera permanente las condiciones de las personas. De los datos mencionados arriba surgen al menos dos tipos de políticas que podrían ayudar mucho al aumento del empleo y a la reducción de la pobreza. Por un lado, dado que las familias en las zonas rurales tienden a ser más pobres, la inversión en infraestructura de caminos y carreteras es de suma importancia. Existen estudios que demuestran que el acceso a buenos caminos ayuda a que las familias pobres de las zonas rurales puedan generar más ingresos. Por otro lado, se requiere aumentar los años de escolaridad de los miembros de las familias pobres, para así aumentar sus posibilidades de conseguir más y mejores empleos. Para ello, se debe mejorar la calidad de la educación, procurando motivar a los adolescentes para que no abandonen la secundaria. Con estos ejemplos de acciones de política, se podría ayudar a muchos costarricenses a salir de su condición de pobreza.