En una sociedad cada vez más envejecida, la buena administración y el rendimiento de las pensiones son fundamentales. Pero sucede, como dice nuestro editorial de hoy, que a vista y paciencia de todos se está produciendo una de las mayores injusticias con las pensiones complementarias acumuladas por dos millones de costarricenses. El Estado mete la mano en los fondos mediante el Banco Popular.
El saqueo de las pensiones complementarias no ha podido evitarse simple y sencillamente por el enorme poder financiero y político del Banco Popular.
¿Cómo lo hace? La institución toma el dinero de todos los afiliados al Régimen Obligatorio de Pensiones (ROP) y lo "jinetea" entre 18 y 30 meses. Cuando lo devuelve, lo hace con rendimientos inferiores y así disminuye la futura pensión complementaria del mismo trabajador.
Pero esto no es todo, Pablo Ureña reflexiona sobre cómo la inacción del Estado es la culpable de que muchos hechos delictivos no puedan prevenirse. "En el país tenemos un problema de gestión pública, no de leyes. Lo que falta es actuar", explica Ureña.
Diana Chaves Camacho, por su parte, describe la situación en nuestras congestionadas carreteras como una guerra en un país de paz. Ella propone una fórmula sencilla para mejorar la convivencia entre conductores y peatones. No podemos eliminar las presas, pero sí podemos mejorar nuestra actitud ante ellas.
En su artículo "Dos faunas políticas", Víctor Ramírez nos describe la existencia de dos grupos: el primero, abrumadoramente mayoritario, cree en el secreto y la arbitrariedad. El otro cree en el espíritu crítico, la libertad, la democracia y el imperio de la ley. Su conclusión: hoy, los poderosos lo son menos que en cualquier otro momento de la historia porque una buena porción de la humanidad ha venido recibiendo, desde hace algunos años, una clase magistral colmada de ejemplos de los que se pueden extraer leyes virtualmente inmutables.
En nuestro artículo internacional, el exministro de Finanzas de Grecia Yanis Varoufakis se refiere a cómo Europa está a merced de una moneda común que no solo era innecesaria para la integración europea, sino que en realidad está debilitando a la Unión Europea misma.
Varoufakis contesta la pregunta: ¿Qué hacer entonces con una moneda que no tiene un Estado que la respalde, o con los 19 Estados europeos que no tienen una moneda que puedan controlar?
Finalmente, usted, amigo lector, encontrará en la columna Horizontes, de Jaime Daremblum, un hecho histórico: cómo Hitler soñaba con trasplantar a Estados Unidos su modelo racista y genocida, y fraguó un plan que no le salió nada bien.