Siempre leo con interés los resultados de las encuestas políticas. Me asombran. En la última de Unimer, sin embargo, la pregunta más interesante fue la que no se formuló.
Si las elecciones fueran hoy –preguntaría– ¿votaría por algún candidato de la Alianza por Costa Rica? También indagaría si se favorecería un gobierno distinto del PLN en la próxima elección. Ambas son relevantes en el contexto político actual, caracterizado por gran indiferencia electoral (52%), indecisión por quien votar (45%), y un alto descontento con el manejo del gobierno por la presidenta Chinchilla (9 de cada 10).
Tampoco se preguntó cuáles eran las preferencias electorales por partido político. ¡Lástima¡ Lo más cercano fue la preferencia general por ciertos precandidatos, pero incluyendo solo los del PLN, PAC y ML. De ahí infiero que Liberación sigue siendo la agrupación más grande (30%), que ningún partido de oposición tendría ningún chance si se lanza por la libre, y si se desintegra la Alianza, como desean unos y vaticinan otros, el próximo presidente sería Johnny Araya. Eso, interpreto yo, es el retrato dibujado al día de hoy.
¿Podría alterarse la historia? Es difícil, pero no imposible. La Alianza aun está a tiempo de forjar un nuevo destino. El semanario Universidad recogió esclarecedoras declaraciones de sus líderes tras el nuevo acuerdo del pasado 27 de enero. Juan C. Mendoza, del PAC, dijo que “todos los partidos de la Alianza continuarán el proceso tanto en el Parlamento como en función del proceso electoral para 2014”. Danilo Cubero, libertario, agregó: “Lo que más une a la Alianza es el riesgo inminente de caer, ya de manera absoluta, en la dictadura del PLN”. Y José M. Villalta, del FA, concluyó así: “La Alianza dio un paso más hacia conformar un agenda legislativa común, elemento indispensable para un acuerdo electoral”.
En toda elección siempre hay una idea ganadora. En la próxima, el deseo de cambiar podría calar en los votantes. El trasfondo de un eventual frente común no sería pedir el voto a favor de alguien, o algo, sino en contra de preservar el statu quo. Eso podría ser suficiente para concitar el apoyo de esa mitad aun indecisa. Si, además, se adereza con algunos proyectos de interés nacional y se agrega una agenda propositiva para enfrentar con éxito algunos problemas –seguridad, ética, pobreza, crecimiento, estabilidad, manejo de la hacienda pública y gobernabilidad– sus posibilidades de triunfo aumentarían. Ha trascendido que don Ottón Solís la empieza a ver con alguna simpatía y podría arrollarse las mangas, como él sabe, para hacerla despegar. Veremos qué sucede el 1.° de mayo.