Cambiemos de tema. Dejemos que la nueva familia política disfrute tranquila su luna de miel, enfrente sus desafíos y devuelva el guiño de gobernabilidad que le lanzó doña Laura, para ocuparnos de un personaje mundial cuyas acciones nos afectan a todos: Ben Bernanke.
Es el presidente de la FED (banco central de EE. UU.) y en sus espaldas recae la responsabilidad de la política monetaria mundial. ¿Exagero? Tal vez un poquillo. Porque también están el FMI, Banco Central Europeo, Japón y otros de similar raigambre. Pero la liquidez creada por la FED es la que más afecta al resto del mundo. Eso nos legitima para juzgar si está actuando bien o mal.
Se esperaba que la semana pasada pusiera fin a su política monetaria laxa para empezar a recoger velas y enfrentar la creciente presión sobre el IPC. Creíamos que cuanto más dinero circulaba en las calles de la humanidad, más subirían los precios, y que la escalada previa en los valores del oro, plata petróleo y materias primas, retratadas en IPC, respondían al exceso de liquidez y deseo de buscar refugio en activos protectores de la inflación. Pero no fue así. Decidió, más bien, pernoctar en su expansión. El (gradual) ajuste en las tasas de interés que habíamos visualizado tendrá que esperar.
Bernanke es my listo; sabe defenderse bien. Pero tiene gato encerrado. Antes de abrirle la caja veamos, primero, su defensa. Dice que la economía se está recuperando moderadamente, al igual que el empleo, y las decisiones de consumo e inversión continúan impulsando el crecimiento, por lo que es temprano aún para retirar el estímulo. Todavía hay sectores muy deprimidos, como la construcción (vivienda y comercial) y el desempleo volvió a subir al 9%, a pesar de haberse creado más fuentes de trabajo privado la semana pasada. Además, ha bajado la fuerza laboral; si no, el desempleo sería mayor.
Tiene razón, pero ¿puede generar más empleo a punta de emisión? Muchos lo cuestionan y dicen que es hora de recoger. Pero no escucha. El desempleo –Uds. lo saben– es un detonador político. Si la fuerza laboral vuelve a subir, el desempleo saltaría. Y eso permite revelar la verdadera raza del animal.
Hay elecciones en menos de dos años. El mercado accionario, oro, plata, dólar y petróleo han comenzado a caer (quizás al interpretar que la FED reveló un problema de fondo mayor) y si el PIB no se recupera bien ni cae el desempleo, la reelección de Obama podría peligrar. Entonces, seguirá emitiendo, aunque se inunden los mercados menos desarrollados, y los flujos de capital revalúen sus monedas. Después –pienso que piensan– habrá tiempo para recoger. Que Dios nos (re)coja confesados.