Voy a meter mis narices en un tema donde tengo un interés patrimonial directo. Pero ustedes también. Es el espinoso tema de las pensiones (mal)administradas por la CCSS, la querida institución.
La polémica suscitada entre el Superintendente de Pensiones, Édgar Robles, y los funcionarios de la Caja, asesorados por don Sergio Velasco de la OIT, simplemente me erizó los cabellos (los pocos que me quedan). Según don Sergio y los señores de la Caja, todo está bien bajo ese cielo financiero. Pero según don Édgar, la cosa está jodida. Y si se jode la cosa, nos jodemos todos.
No somos expertos en cálculo actuarial ni tenemos toda la información disponible para evaluar la solidez del régimen. Pero tenemos suficientes conocimientos de economía y lógica para poder apreciar si nos están cogiendo de majes (o simplemente cogiendo). El tema de fondo es si el régimen es sostenible, dadas las cuotas establecidas, las edades y modalidades de pensión, las expectativas de vida de nosotros los mortales, y si el número de nuevos afiliados permitirá a los más “rocos” retirarnos con una pensión decente antes de que la parca se parquee a nuestro lado.
Leí el artículo de don Sergio en busca afanosa de la verdad. Pero se limita a repetir que sus estudios encontraron que el régimen era sostenible (aunque sí admite la necesidad de hacer ajustes). Uno sospecha que hay una tendencia a minimizar el tema bajo el (recóndito) argumento de no hacer olas para no provocar escándalos. Don Édgar, en cambio, es más técnico y analítico y uno siente que está cumpliendo su deber. Además, se apoya en un personal altamente especializado que sabe por dónde va la bola. Y, en caso de duda, hay que darle el beneficio a los pensionados. No se juega con la platica de la gente que (laboralmente) ya jugó.
Como en todo modelo económico o actuarial, los supuestos determinan los resultados. Los de la Caja y OIT son endebles; los de la Supén, no. Más bien, revisten la rigurosidad de un buen analista. Dicen, entre otras cosas, que la Caja sobreestima los ingresos y subestima los gastos (yerra en un 405% las utilidades). ¡Eso es gordo! Pero va más allá. La Caja asume que solo el 16% de hombres y 9% de mujeres se pensionan a los 62 y 60 años, respectivamente, mientras que la realidad ronda el 70%. Eso también aflige, pues a largo plazo se desfinancia el fondo. También señala otras deficiencias que por razones de espacio no puedo resumir. ¿Qué hacer, entonces? Hay dos opciones: exigir a los políticos resolver el problema, o colgar a los responsables de una palmera en el Parque Central. Pero, como no tenemos mecate, mejor hagamos lo primero.