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Vivimos en una zona de terremotos, huracanes, inundaciones y derrumbes, lo que los expertos denominan un “escenario multiamenazas”. El terremoto de la semana pasada fue el más reciente y duro recordatorio de una realidad ante la cual ninguna previsión es innecesaria, y ninguna, superflua. Luego de un minuto que se hizo eternidad, tiempo de desorientación y miedo, los impactos no fueron tan devastadores, como podrían haber sido, dada la potencia del evento, capaz de levantar casi un metro ciertas partes de la costa guanacasteca.








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