Enfoque

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Incubamos una crisis de autoridad en Costa Rica, no un mero descontento o malestar con el gobierno de turno. Las protestas de todo pelaje que desde hace semanas agitan el cotarro, no son causadas por esa sensación de que el Gobierno es muy inútil (este, el anterior y los de atrás). Otro problema asoma orejas. Cada vez menos personas reconocen que una autoridad, cualquiera que ella sea, posee legitimidad para adoptar una decisión que no les gusta: ni el Gobierno, ni un juez, ni un dirigente social y tampoco la mamá. Entiendo legitimidad aquí en el sentido más clásico, como reconocimiento del derecho a mandar y, por tanto, de imponer decisiones impopulares.








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