Incubamos una crisis de autoridad en Costa Rica, no un mero descontento o malestar con el gobierno de turno. Las protestas de todo pelaje que desde hace semanas agitan el cotarro, no son causadas por esa sensación de que el Gobierno es muy inútil (este, el anterior y los de atrás). Otro problema asoma orejas. Cada vez menos personas reconocen que una autoridad, cualquiera que ella sea, posee legitimidad para adoptar una decisión que no les gusta: ni el Gobierno, ni un juez, ni un dirigente social y tampoco la mamá. Entiendo legitimidad aquí en el sentido más clásico, como reconocimiento del derecho a mandar y, por tanto, de imponer decisiones impopulares.
El queque está lleno de hormigas. Se apaga un tanate, se enciende otro: los de las motos no aceptan que el INS suba el marchamo; los gasolineros rechazan la decisión de Aresep; los de allá se oponen el peaje; los taxistas cortan rutas para mover al MOPT (¡qué esperanza!); los anestesiólogos hacen huelga por sus reivindicaciones; la Unión Médica demanda no negociar con los jerarcas de la Caja; los arroceros le bajan los pantalones al MAG; los de aquí sustraen un documento de la Corte para sacar ventaja; aquellos piden mantener privilegios laborales; estos, sus exenciones; los otros impugnan un contrato de un nuevo puerto; cámaras empresariales lideran una revuelta contra la reforma fiscal. Es la suma de las irritaciones, una especie de sálvese quien pueda y de paso arree con lo que pueda. Ojalá el fin de año abra una tregua.
Pareciera que la única autoridad aceptada es la que le da la razón a uno. Si es así, aplaudo y restriego su decisión a los demás. Pero si no, denuncio su venalidad y la desconozco. Llamaré a esto legitimidad plebiscitaria, una contradicción en dos patas que indica lo erosionadas que están las cosas. Nada que llorar, por cierto, pues este desaguisado lo hemos construido a pulso. Lo único bueno es que se acabaron los fantasmas: cuando uno ve a granados empresarios financiando a la ANFE para deslegitimar el sistema político, las monsergas de que Chávez y el comunismo internacional están detrás de las protestas no se sostienen. El periquete este es un producto orgullosamente nacional, made in Costa Rica.
Que estemos incubando una crisis de autoridad no significa que esta haya explotado madura como un mango en marzo. Estos rifirrafes actuales no son ningún borde de abismo. Sin embargo, si seguimos así, cada uno empujando para ver que agarra, sin querer queriendo y echándole la culpa al otro, se atiza el desconcierto, el empantanamiento del país. Quizá tengamos suerte y de todo esto se forje una nueva camada de líderes que mucho necesitamos.
Ya veremos.
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