El mes de julio termina con una tomadura de pelo y un garrafal error entre pecho y espalda. La tomadura de pelo es, por supuesto, la que una vez más el MOPT hizo al resto del mundo. Luego de tres años de tener “casi, casi” lista la iniciativa de rutas de buses intersectoriales, el viceministro se sincera y dice que desde el inicio todo el proyecto carecía de sentido y viabilidad técnica; que ya no va y que tal vez en el 2012 se pongan en marcha dos rutas. Sí, como no, ¿por qué no nos cuenta una historia de vaqueros?
Tres años al cesto de la basura y el MOPT muy orondo. Ministro Jiménez: ¿podría publicar el nombre, cédula, salario y puesto de todos los inútiles que diseñaron y tuvieron a su cargo las rutas intersectoriales? ¿Qué medidas administrativas tomará contra esos inútiles, cuya negligencia ha perjudicado a miles de trabajadores, los beneficiarios del fracasado nuevo servicio? Como en toda historia donde el borracho dobla por el callejón, siguen pasando los años y nada pasa con nuestro transporte colectivo. La inutilidad del MOPT es funcional a una cofradía empresarial que domina el sistema de buses y es reacia a cambios. Salvo pruebas contundentes en contrario, para mí el MOPT hiede a cadáver descompuesto.
El garrafal error del mes de julio fue el protagonizado por los sindicatos de la CCSS. Impulsados por un gremialismo chato, desencadenaron una huelga que terminaron perdiendo tout court. Escogieron mal el momento político y plantearon peor su protesta. No lograron disimular el intento por mantener el privilegio de las incapacidades como parte del salario bajo el manto de una supuesta defensa patriótica de la seguridad social. No convencieron ni a la mayoría de los trabajadores de la Caja. Veremos cuál dirigente asume la responsabilidad del fracaso y renuncia (cajita blanca para Vargas). El sindicalismo es importante para una democracia, defiende a trabajadores y contrapesa el poder de otros sectores. Sin embargo, errores así lo hunden merecidamente.
El mes de julio nos depara, pese a todo, algo trascendental. Los problemas de la CCSS dejaron ser tema de círculos especializados y se convirtieron en una discusión nacional. Ya no está solo el Dr. Guido Miranda con su insistencia de que cosas graves acontecen con nuestra seguridad social y de que estamos en un momento crítico para tomar decisiones que pueden hundirla o salvarla. Ojalá la comisión de técnicos nombrada por la junta directiva de la Caja sea un paso adelante en la identificación de soluciones. El país necesita que así sea, aunque hay muchos interesados en que la cosa no pase de un escándalo de tres días. No hay que dejarlos: nos jugamos nuestro futuro, el de todo un país.