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Desde hace décadas, nuestros recursos marino-costeros son expoliados por muchos, con la complicidad de nuestras instituciones públicas. Dije complicidad y lo repito. Por mandato constitucional, el Estado costarricense debe resguardar los mares –un área tan extensa que es diez veces mayor que el territorio continental–. Además, tiene obligaciones internacionales para conservar manglares y otros humedales y obligaciones legales para proteger algunas (poquitas) zonas marítimas. Sin embargo, casi nada de esto hace el Estado. De feria, el Incopesca es un ridículo: la entidad a cargo de regular el uso económico del espacio marítimo no tiene información adecuada sobre lo que está pasando ahí, ni le ha interesado tenerla. Tal debilidad es como a propósito.








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