La criminalidad en Costa Rica creció sin pausa desde comienzos de los años 90. Los homicidios se multiplicaron por 2,5 entre 1992 y 2009, pasando de 4,4 por cien mil habitantes a 11,1. Durante toda la década de los 80 hasta 1991 la tasa se había mantenido siempre alrededor de 4 por cien mil, y es a partir de 1992 que brinca a 5 y de allí en adelante sube paulatinamente hasta los 11,1 que tenemos en la actualidad. Aumento similar ocurrió en los delitos contra la propiedad y otros.
¿Qué ocasionó tan drástico cambio?
Costa Rica es un pequeño país en el mundo globalizado en el que variables comunes inciden cada vez más sobre grupos de países y generan consecuencias similares.
Para comprender qué ocurre en Costa Rica y determinar qué hacer es imprescindible ver el panorama global. Trataremos de sintetizar información de fuentes autorizadas (Unodc, Banco Mundial, Cepalc, Ilanud, Pnud, gobiernos, y otras)[1].
En primer lugar, el Banco Mundial clasifica los países según que su ingreso per cápita sea bajo ($975,- o menos), medio ($ 976 a $ 11.905,-), o alto ($ 11.906,- o más). Todos los países de América Latina son de ingreso medio o bajo. No hay países de ingreso alto en la región.
El Instituto Europeo para la Prevención y Control del Delito informa de que en los países de altos ingresos las tasas de homicidios decrecieron desde 1995. Austria, Bélgica, Canadá, Dinamarca, Fin- landia, Francia, Alemania, Grecia, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Holanda, Portugal, España, Suecia, Inglaterra y Gales, Irlanda del Norte, Escocia, Islandia, Noruega, Vaticano y Suiza tienen el nivel más bajo, con menos de 2 homicidios por cada cien mil habitantes. En Estados Unidos, el descenso fue notable, del 33%. En los robos en domicilios la tendencia es también decreciente.
Por contraste, en América Latina y los países de medianos y bajos ingresos de las otras regiones los delitos contra la vida, la propiedad, la criminalidad económica y transnacional han venido creciendo de manera increíble.
Entre 198 países del mundo, 19 tienen las tasas de homicidio más altas (de 30 o más por cien mil), 9 de ellos están en América Latina y el Caribe (Belice, Brasil, Colombia, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, Jamaica, y R. Bolivariana de Venezuela), y cuatro específicamente en América Central. Los otros ocho están en África.
Por otra parte, todos los países de altos ingresos sin excepción tienen tasas de homicidio más bajas que la media mundial de 7 por cien mil.
Por contraste, todos los países con tasas de homicidio más altas que la media mundial son, sin excepción, como Costa Rica, de medianos o bajos ingresos.
El Banco Mundial y la Cepal indican que la inequidad de la distribución del ingreso entre los países de ingresos altos y el resto del mundo continúa aumentando, y que América Latina es la región con mayor inequidad al interior de los países, que también viene aumentando desde los años 80.
En cuanto a Costa Rica, el Estado de la Nación también informa que de la inequidad se acentúa peligrosamente desde los años 90.
Articulando los puntos anteriores, la investigación comparada ha verificado que la inequidad de la distribución entre los países de ingresos altos y el resto del mundo, y la inequidad al interior de los países tienen correlación directa con los indicadores de salud, educación, vivienda, desempleo y otros, y con la criminalidad.
El Ilanud verificó esto último varias veces para el Estado de la Nación. La última medición, correlacionando el coeficiente de Gini con los homicidios durante 21 años (1988-2009) verificó un coeficiente ñ>0.70, y ñ> 0.77 para los delitos contra la propiedad.
El panorama se agrava con la incidencia de variables específicas como las drogas y las armas.
A pesar de la situación descripta, la mismas fuentes citadas consideran a Costa Rica el país con el sistema de justicia penal más eficiente y transparente de América Latina, que ante el aumento de la criminalidad duplicó su tasa de personas presas entre 1992 y 2009, con un porcentaje sin condena de solo el 20%, excepcionalmente bajo en la región y en el mundo.
Pero la criminalidad no disminuye. Aumenta. Ocurre que la justicia penal sirve para castigar, luego de cometidos los delitos, a un número reducido de infractores. Pero sociedades con poco delito solo se logran con buena distribución del ingreso y el bienestar, es decir, con buena justicia social.
La tarea no será fácil, porque Costa Rica, como todos los países de medianos y bajos ingresos, está inserta en un sistema mundial que distribuye con creciente inequidad, generando creciente delito y violencia contra las personas y contra la naturaleza. Pero es una tarea imprescindible y posible, que debemos realizar, logrando más justicia distributiva en el interior del país, y también a nivel internacional, en las relaciones de intercambio.
[1] El detalle puede verse en Cárcel y Justicia Penal en América Latina y el Caribe, Ilanud/RWI, Siglo XXI, 2008