Resulta positivo que los analistas y actores políticos se muestren a favor de los esquemas de participación privada mediante concesiones en la prestación de servicios.
Este mecanismo, como se ha comprobado en distintos países del mundo, funciona para mejorar y procurar servicios de interés público.
En nuestro país se prevén dos formas de contrato al operador privado: a través de la gestión de servicios, por Ley de Contratación Administrativa, o a través de una concesión de obra pública con servicios públicos, por Ley de Concesiones.
Esquemas de competencia. Es un hecho que la participación privada, aún en condiciones de monopolio, ha mejorado notablemente la gestión de servicios en los que se ha incorporado, por ejemplo la terminal general en Puerto Caldera, por estadísticas y opinión de clientes.
No obstante, se pueden mejorar futuros esquemas de concesión en proyectos nacionales, si se procuran condiciones de competencia. En general, se ha aplicado la competencia por el mercado, la cual consiste en pujar en un concurso público por el derecho a ser el único oferente en un mercado.
La idea es alcanzar resultados similares a los que se conseguirían si existiera competencia en el mercado. Se podrían aumentar los beneficios para los usuarios y la competitividad del país, si la participación privada se procurara, cuando sea posible, en esquemas de competencia en el mercado, es decir en el transcurso de la concesión, por la interacción de oferta, demanda, precios y calidad. Por poner un ejemplo, si en vez del esquema de concesionar una sola nueva terminal portuaria de contenedores en el Caribe de 1,5 km para un solo concesionario, se hubiera analizado la posibilidad de un esquema que involucre a dos o tres operadores privados en distintas terminales o puestos de atraque, con el fin de que compitan por precio, calidad, o ambos según se valore conveniente.
Aunque idear este último tipo de esquemas es más trabajoso, los beneficios para el país para futuros proyectos en plazos típicos de concesión (20-30 años) bien podrían valer la pena.
Cuidado con la receta. Lamentablemente, no hay receta de la cual echar mano y seguirla ciegamente. Lo menciono porque he observado con respecto al tema de la revisión técnica vehicular que se otorgó en concesión, que algunos han apelado al principio de competencia en el mercado, lo cual está bien, pero no parecen estar analizando también otros factores relevantes.
Por ejemplo, el PAC menciona como conveniente la participación de los talleres costarricenses en la revisión, pero no contempla la desventaja de que los mismos talleres al reprobar vehículo(s) se estarían generando unos a otros o a sí mismos su propia demanda en las reparaciones, lo que genera un esquema en conflicto de intereses.
Por otro lado, al abrirlo a distintas firmas (planteamiento del Movimiento Libertario), los usuarios naturalmente van a tender a ir a los puestos de revisión más permisivos. En caso de que sean varias empresas, equivale a mayor dificultad de estandarización y revisión en los distintos puestos, lo que genera una tendencia a que la competencia vaya hacia la permisividad, de manera que el puesto que resulte más frecuentado y rentable sea el más permisivo.
Algunos se preguntarán: ¿cómo es posible que la libre competencia en el mercado no sea aprovechable en este caso? La respuesta es que es un caso de una actividad supervisora y obligatoria sobre el usuario por la que el Estado debe velar directamente o mediante concesión por razones de seguridad.
Pareciera ser este un caso en donde la competencia tiene sentido ex ante, o sea que los participantes compitan por el mercado, mediante una propuesta que le hagan al estado y uno de ellos la gane (la oferta mejor planteada y respaldada).
En fin, los medios son relevantes, pero no hay que perder de vista el fin buscado al analizar cada situación. Habrá casos en que será posible y sano aplicar la competencia en el mercado, en otros casos justificados habrá que aplicar la competencia por el mercado, no hay receta única para todos los casos.